36) De rojo por Brika.

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En un parpadeo, salté del sofá y corrí hacia la puerta para abrirla. Mi cachorro estaba parado cruzando el porche con su infaltable cabello oscuro apuntando en varias direcciones y su sonrisa de lado que siempre provoca a las pendejas que lo desean y lo quieren para ellas.

Mi sonrisa era enorme igual que mi emoción. Crucé el porche y desde los escalones me abalancé encima de Brandon, que me atrapó fácilmente. Por suerte, está acostumbrado a mi arrebato. Solía hacer esto cuando él no reprobaba algún examen o materia y yo me emocionaba más que él. La verdad es que no es tan aplicado en el colegio, aunque a veces sí se esfuerza.

Por la brusquedad de mi salto, Brandon terminó dando la vuelta y quedé de frente a mi casa.

—¡Caramba, sí que me quieres! —molestó—. También te extrañé Lola.

Al dejarme sobre mis pies, mi sonrisa continuaba y estaba dispuesta a decirle en broma que yo no había dicho que lo extrañaba para que él respondiera <También>, pero mi cara se arrugó cuando me di cuenta que vestía una camiseta roja.

—¿Qué es esto? —Hice un gesto hacia su ropa. Notó mi seriedad y su sonrisa disminuyó.

—Debes venir conmigo a tu colegio —Me esforcé en no rodar mis ojos por su demanda.

—Suena como si tú fueras a conducir y ni siquiera conoces San Diego.

—Yo no conduciré —Se encogió de hombros. —Me trajo ese tipo de allá.

Señaló con su dedo hacia el otro lado de la calle y me vi obligada a mirar por encima de mi hombro. La Ford negra de los hermanastros R estaba estacionada. Lewis, sentado en el asiento del conductor, pero con el cristal abajo y sus brazos puestos sobre el borde y su cabeza sobre estos mientras miraba hacia afuera.

—¿Tuckerstill? —dudé. Aunque me sorprendió, realmente me animó.

Brandon agregó: —Y... Chloe.

Mi amiga asomó un poco su cabeza y saludó con la mano desde el asiento del copiloto.

—Eso no quiere decir que iré. Yo dije que no iría. Y no quiero ir.

—No te lo estoy preguntando —sentenció y me tomó de los hombros—. La familia Gibbs vino a esa mierda del Día de la Familia en tu colegio y están esperando. No me salgas con pendejadas.

—¿Tu familia también vino? —La emoción presente en mi voz. Luego me quedé seria al recordar algo. —Pues mi papá y Sabrina están allá, así que disfruten. Yo los esperaré en casa y los atenderé como se debe.

—¿Desde cuándo eres tan necia conmigo?

Sus cejas negras se unieron y luego negó con la cabeza dándose cuenta de lo tonto que sonó eso. Me levantó, solté un gritito y dando grandes zancadas me llevó al interior de mi casa. No me quejé ya que tenía pereza caminar. Una vez adentro, me dejó nuevamente sobre mis pies y admiró un segundo el rededor.

—Me gusta —Asintió. —Ahora ve a cambiarte o te juro Brika McVey adoptada por los Gibbs que me regreso a Wyoming.

—Tonto.

—Tonta.

—¿Mi mejor amigo y un R? —Cambié abruptamente de tema. Realmente necesitaba que me diga algo más. Quiero decir, genial que vinieran Lewis y Chloe, pero ¿Qué tal el R de rizos castaños?

—Lo que tú quieres saber es por qué no vino Statham.

Puso los ojos en blanco a modo de broma. Ni siquiera se molestó cuando lo golpeé por hacer eso. Se parece a la rodada de ojos y la detesto, así que sabe que tampoco me gusta. A pesar de eso, juro que se lo veía increíble de rojo, con su cabello negro y piel blanca. Al final, le sonreí admitiéndolo.

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