77) 386 días.

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La puerta se abre de golpe y escucho el gruñido exasperado de alguien. Ay no. Lo que me espera. La única que tiene la llave para abrir, además de mi compañera de habitación, es la chica de la pieza de enfrente.

—¡Levanta el maldito trasero de ahí! ¡¿Estás pendeja?! ¡Queda una hora para que sea año nuevo!

Algo sale de mi garganta, pero no tiene forma. Madeline empieza a quitar mis zapatos bajos y los lanza por ahí. Sigue refunfuñando y apenas entiendo lo que dice. Todo da vueltas, y ella no calla.

—¡Ya! ¡Brika! ¡Reacciona, mujer! —intenta de nuevo y tira de mis brazos tratando de sentarme.

Mi botella rueda y la miro con los ojos entrecerrados lo mejor que puedo, antes de arrastrarme y poner en pie a la horrorosa bebida que compré. Quiero echarme de nuevo sobre el suelo y su rapidez me lo impide.

—Carajo, sí que pesas —dice con trabas, ya que le cuesta sentarme—. ¡Ayúdame!

—Yaaa... —consigo decir, ahogando un nuevo sollozo. Sujeta mi cara con las manos y creo que me observa fijo con aquellos ojos azules demasiado delineados con lápiz negro. Mi visión continúa borrosa de tanto lloriqueo. Ni siquiera puedo distinguir bien el amado piercing que lleva en la nariz. —Sabes que detesto año nuevo.

Suspira rendida al cabo de un momento y sus manos me sueltan. Estoy a punto de soltarle un <Lo siento>, cuando la palma de su mano aterriza fuerte sobre mi mejilla. La Brika mareada y aturdida desaparece al instante y sale a flote mi lado espabilado.

—¡Qué caraj...

—No pienso dejarte aquí —brama, y sé que lo dice en serio—. Terminaste con la maravilla de novio hace poco más de un año y ya es tiempo Brika.

—Lo que dices me arde ¿sabes? ¡¿Crees que no quiero olvidarme de él?! —Me levanto con cuidado y me siento sobre mi cama. Ella se mantiene de pie frente a mí. —¡Llevo 386 días tratando de no pensar en él y en todas las cosas increíbles que vivimos juntos! ¡Y no es que lleva la cuenta...

—¡Brika! —me interrumpe—. ¡Llevas la maldita cuenta! ¿Cómo piensas olvidarte de él si ni siquiera lo intentas? ¡Y no! ¡No me digas que lo intentas! ¿Cuántas veces te he dicho que te quites ese collar? ¿Eh?

Automáticamente mi mano llega hasta el dije de plata con la cara de Bugs Bunny y trato de ver las iniciales B&H que se encuentran marcadas en el reverso. Las lágrimas me lo impiden y Madeline vuelve a suspirar. Toma asiento a mi lado y recuesta su cabeza en mi hombro.

—Hagamos algo, ¿sí? —Se pone de pie y estira hacia mí su pálida mano llena de anillos, al decir lo siguiente. —Salgamos ahora. Bailemos, pasémosla bien como siempre y algo se nos ha de ocurrir. No beberemos porque no seremos capaces de arrastrarnos la una a la otra, ni las indicadas para sacarnos de apuros en situaciones de embriaguez. Peeeero.... Podemos volver y emborracharnos juntas en la seguridad de esta habitación, mientras me cuentas todo. ¿Te parece?

—Estoy hecha una pena, Madeline —comento sin ganas y limpio las lágrimas que se han escapado. Ella viste un top con cuadros blanco y negros, junto con un short corto y enormes zapatos negros, como siempre. Y las mallas que cubren sus piernas son algo que no podría faltarle.

—Tenemos tiempo. Ahora levanta el trasero de ahí y date un baño flash.

—Está bien —replico, y suelto un suspiro al levantarme. Me detengo un segundo para no tambalearme y caer, y ella se exaspera, de nuevo. Se adelanta y busca entre mi ropa algo apropiado para salir. Agarra una toalla y mi kit de aseo personal, y los estira hacia mí de prisa. Me empuja fuera de la habitación y por el pasillo hasta llegar a los baños compartidos.

AMERICAN COLLEGE ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora