Capítulo 4

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—Ay por Dios, muero de nervios. Me duele el estómago— suspiró Rachel y Stella la miró con desdén desde el reflejo de su espejo.

—Soy yo quien se compromete ante cientos de personas, Rach, no seas patética— expuso la mujer con voz fastidiada.

—Pero yo soy tu mejor amiga. Debo reflejar tus nervios.

—No estoy nerviosa— Stella rodó los ojos.

Por supuesto que no estaba nerviosa, había esperado ese momento por años. Estaba más bien extasiada, feliz de lo que por fin estaba sucediendo en su aburrida vida. Terminó de arreglarse frente al espejo y se puso de pie.

Llevaba un espectacular maquillaje de colores marrones y ahumados que haría un perfecto contraste con el vestido plateado de satén que se había comprado. Destacaría entre todas, era su idea principal pero en ese momento estaba seguro de que así sería.

Deslizó el largo vestido por su cuerpo, el cual abrazó sus sutiles curvas. Tenía un indiscreto escote en V y una muy reveladora abertura trasera hasta el inicio de sus caderas. Revelaba mucha piel, y por eso le encantaba. Quería estar en la boca de todos y con él lo lograría. De eso estaba segura.

—Ardiente— murmuró Rachel rodeándola mientras la admiraba.

Stella sonrió con soberbia.

—Lo sé.

Caminó hacia la cómoda para tomar las joyas que vestiría. Con cada andar el vestido destellaba pareciendo más oscuro y luego más claro con cada paso. Era despampanante.

Tomó unos sarcillos de diamantes y un pequeño y delgado collar de plata que decoraría su estilizado cuello. Atizó su melena chocolate que descansaba sobre su hombro izquierdo y retocó su labial nude. Estaba lista, era el momento para ser la prometida de Hugh Lambert, para mezclarse entre la sociedad a la que siempre había querido pertenecer y ser la nueva sensación en el club de golf.

—Estás hermosa, amiga— murmuró Rachel con voz emocionada.

Stella se giró a verla con una sonrisa sincera y se fundieron en un largo abrazo. Era la única persona en todo el lugar que no sería falsa a su alrededor, ¡incluso ella lo era!, pero Rachel era su poquito de realidad y humanidad.

Se separaron luego de unos minutos y suspiraron antes de salir de la habitación de hotel hacia donde era la fiesta. Fueron tomadas del brazo hasta el salón de eventos y entraron llamando la atención de todos los presentes y contra todo pronóstico, llenando su estómago de pura ansiedad. Todos allí la miraban como si ella fuera una intrusa, miradas desdeñosas la bañaban mientras caminaba hasta el centro del lugar.

Sentía que se asfixiaba, jamás había sentido algo igual. Su escrutinio era duro, como si le reclamaran algo de lo que ella no sabía. Estaba oficialmente nerviosa.

—¿Stelly?— murmuró su amiga —No se suponía que sería así.

—Yo... no sé qué sucede— se sintió vulnerable de repente y el sentimiento le parecía horrible.

Sabía que no era santa de devoción de muchos, de hecho, sabía que no le caería bien a la mayoría pero pensó que todo sería disimulado, todos se la tragarían y listo. No esperaba en lo absoluto el espectáculo que se estaba llevando a cabo, era su noche, no debía ser así.

—Esa, señoras y señores, será la esposa número cuatro del gran Hugh Lambert, su amante desde hace más de diez años, la misma mujer con la que mi padre engañó a mi madre y la que provocó su muerte cuando se enteró. Me parece que este compromiso es una falta de respeto— una voz resonó en los parlantes, luego, una mujer castaña apareció entre los invitados, con una copa y un micrófono en mano. Mirándola con desprecio y evidentemente ebria.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora