Capítulo 7

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Stella empacó varios vestidos de baño, algunos vestidos veraniegos y unas sandalias de playa que no había tenido oportunidad de utilizar. Metió en la maleta todo lo que necesitaría para estar bajo el sol de Florida, lo que sería poco pues no se quería broncear, o en su caso quemar u oscurecer, su piel. Si era necesario no salir del hotel así lo haría, pero Hugh le prometió que le rentaría un stand en la playa solo para ella.

Para ella... y su amiga, pensó con una sonrisa maquiavélica cuando escuchó el timbre de su apartamento. No iría a un viaje de negocios de su esposo sola, necesitaba entretenimiento, alguien con quien pasar los aburridos seis días.

Abrió la puerta y encontró a una emocionada Rachel, con un vestido verde manzana atado a su cuello y que rozaba sus tobillos. Un enorme sombrero de paja, unas gafas de sol y tacones de plataforma.

—Vaya— exclamó Stella al escrutar a la rubia.

—Lista para ir al paraíso.

—Eso veo— murmuró haciéndole espacio para que entrara a la casa —Hugh llega en una hora por nosotras, todavía no sabe que te llevo.

—Eso será lindo de ver.

Ambas mujeres se internaron en la habitación donde Stella se arreglaba, esta llevaba un enterizo de gasa muy elegante, color blanco. Holgado y con un escote en V pronunciado, acompañado con una gargantilla dorada, bolso y sandalias del mismo color. Parecía la típica señora rica que iría a un club a desayunar y eso le encantaba. Con la única diferencia de que todavía no era una señora rica y que no iba a un club a presumir sus joyas y ropa de diseñador. No, iba a la playa a llenarse de arena una semana antes de su boda.

—Si cree que tendrá acción en este viaje está equivocado. Estoy molesta con él y no vamos a acostarnos, tú serás mi escudo— le sonrió con malicia y la rubia alzó las cejas —No dejaré que te reserve una habitación aparte.

—¿Sabes qué hará allá?

—Algo sobre un nuevo paquete con no sé qué cosa— Stella le restó importancia, le importaba el dinero, no como se producía —Yo iré a tomar piñas coladas, tomar clases de aeróbicos en agua y a embriagarme en los bares.

—Entonces bautizaremos esta semana como tu despedida de soltera, ¡sí, señor!

Rachel lanzó un grito que hizo reír a la morena. Stella terminó de empacar sus pertenencias en dos molestas y se tomó una copa de vino junto a su amiga mientras esperaban a su prometido. Les esperaba un vuelo de varias horas rumbo a Orlando y no estaba contenta con ello.

Recibió un mensaje de Hugh, la esperaba abajo para ir al aeropuerto, casi al instante la puerta fue tocada por el chofer del hombre que llevaría las maletas de las mujeres al auto. Stella se sirvió más vino antes de ir con su prometido y junto a Rachel bajaron en el elevador. Cuando ambas se acercaban a la camioneta del magnate, este bajó la ventanilla con una ceja alzada, escrutando fijamente a Rachel.

—¿Algo se te olvidó decirme, Stella?— le preguntó confundido y ella sonrió con falsa inocencia.

—Oh, sí. Rachel vendrá con nosotros.

Abrió la puerta del vehículo y subió empujando a su prometido. Su amiga hizo lo propio y ambas ignoraron el resoplido de disgusto del hombre. Más molesta estaba ella y en esos días se encargaría personalmente de hacérselo saber.

El avión aterrizó en la plaza de la aerolínea de Hugh, en cuanto bajaron de la aeronave Stella sintió el intenso calor del lugar. Le parecía excesivo y no le gustaba. Se puso los lentes de sol y se dejó guiar por el equipo que estaría a su servicio por los siguientes días. Se subieron a una camioneta y fueron llevados a un grandioso hotel, eso no podía negarlo.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora