Capítulo 5

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La noche se había arruinado, así que Stella abandonó la fiesta luego de la cena, odiaba con su vida lo que había sucedido en su noche de compromiso, quería llorar, romper algo. No suponía que sería así, debía ser una noche mágica para ella, la noche de sus sueños. Más bien fue la noche de sus pesadillas.

Abrió la puerta de su apartamento y en silencio se internó en su hogar, Hugh la seguía pero en todo el camino no le había dirigido la palabra. Sentía que todo era culpa de él, por tener hijas tan mal portadas.

—Hablé con algunos amigos, nada de esta noche saldrá a la luz mañana. Puedes dormir tranquila— murmuró él y ella hizo una mueca. No saldría en ninguna revista pero su humillación quedaría grabada en la mente de todos los que asistieron, eso era suficiente.

—Dime que tus hijas no viven en tu casa porque juro que cancelo la boda ahora mismo— le advirtió enfrentándolo, no iba a tolerar su comportamiento inmaduro e infantil.

—Carrie vive conmigo, Stella. Es mi hija, es lo lógico— añadió Hugh suavemente. Stella suspiró —Pero se irá a la universidad pronto.

—Eso espero— gruñó.

—Stella no quiero que mi familia se lleve de esta forma tan inapropiada, tengo otro hijo, aunque nuestra relación no sea la ideal, pero él me dio nietos al igual que Astrid y Bianca,, niños que adoro y espero que tú pongas de tu parte para que no nos distanciemos— Hugh frunció el ceño, dejándola de piedra. ¿Otro hijo? ¿Nietos? ¿Niños? No podía ser cierto.

—¿De cuántos niños estamos hablando?— preguntó con cautela.

—Nueve.

Sintió como un aire frío recorría su espalda. A Stella nunca le gustaron los niños, no sabía convivir con ellos, por eso, y por no perder su figura, no había tenido hijos con Adrián. Y la vida se burlaba de ella poniendo nueve en su camino.

—De ninguna manera esos niños estarán bajo el mismo techo que yo— atajó —Define tus prioridades e intereses antes de la boda, Hugh. Yo renuncié a mucho por ti, es tu turno.

Dio la vuelta con dirección a su habitación, dejándolo con las palabras en la boca. No aceptaría en su casa de matrimonio a nueve niños, ni mucho menos a sus hijas neuróticas. No le importaba si era su familia, ella había ignorado a la propia en cuanto se fue de su casa de la infancia, así sucedía, así ella lo entendía. Era el ciclo de la vida.

Si Hugh quería formar un hogar con ella, sería bajo sus condiciones. Intentó conocer a su familia y fue burlada ante cientos de personas, no volvería a suceder.

Mientras se quitaba los zarcillos sintió que los brazos de su prometido la rodeaban por la cintura en un abrazo que pretendía ser reconfortante.

—Lo haremos funcionar, lo prometo— murmuró su amante en su oído, haciéndola estremecer —Ya veo que no puedo pedirte hijos.

Stella soltó una risa nerviosa e incrédula.

—Ni en tus mejores sueños.

Su postura fue clara cuando estuvieron juntos hablando del matrimonio. No tendrían hijos, bajo ningún concepto. A ella no le agradaban los infantes y él, bueno él tenía sesenta y cinco, ya no era apropiado a su edad.

—Te amo, Stella. Y en serio quiero que nuestro matrimonio sea perfecto.

Ella sonrió conmovida. Ella también quería el matrimonio perfecto, pero todo parecía estar en su contra. Como si no fuera correcto y tal vez era así, pero ella de verdad quería a Hugh, tenía el derecho de estar con el hombre que amaba.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora