Sentía un molesto nudo en el estómago. Era el día en que se encontraría con Reese, a solas, ambos dispuestos a que sucediera cualquier cosa. Arriesgándose a ser víctimas de la culpa, del arrepentimiento, pero también de la satisfacción, del deseo y la lujuria.Stella paseaba por el mall, tratando de relajar su mente y aplacar las ansias que la carcomía desde dentro. Se había texteado con el hombre que se estaba metiendo en sus pensamientos, en la mañana, dándose un recordatorio de su encuentro de la noche, uno que esperaban con gran expectación.
A su lado Rachel parloteaba, apenas prestaba atención a lo que le decía su amiga, estaba demasiado ensimismada en sus pensamientos de aquel hombre prohibido. Se encontró a sí misma mordiendo su labio inferior al imaginarlo besándola apasionadamente, tocando su piel ardiente, saboreando el dulce néctar de sus labios.
Se ruborizó al fantasear que la tomaba en el balcón de una suite e incluso a la orilla del mar. Estaba mal, pero no le importaba en lo más mínimo, cuando estaba con él, todo quedaba en segundo plano. Y ni siquiera lo conocía de nada como para que tuviera tanto efecto sobre ella.
Pasaron frente a una tienda de lencería, sonrió de lado, tenía mucha ropa interior, ropa que había modelado para Hugh y otras para su noche de bodas. No estaba segura de qué sucedería esa noche pero iría preparada.
—Quiero comprar algo— le comentó a Rachel quien sonrió con picardía.
—Más lencería para la luna de miel— movió sus cejas de forma sugerente y Stella rio.
—No exactamente— murmuró dejando a la rubia en silencio.
—Eres una zorra— la acusó Rachel y ella se encogió de hombros. Le daba igual —Te estás metiendo en terreno peligroso amiga...
—No empieces— espetó, frenándola en seco.
—Yo solo digo.
—Entonces no digas nada.
La rubia rodó los ojos, gesto que Stella ignoró. Ambas entraron a la tienda, paseándose entre los colgadores y viendo todos los modelos y colores disponibles. Nada la convencía, quería algo sexy pero al mismo tiempo discreto. Algo que le diera a entender a Reese que no estaba allí por sexo pero que estaba preparada. Algo sensual, pero también sobrio.
Descartó colores vívidos, prefiriendo algo más neutro. Se condujo a la sección de matices de grises y beiges, nada le gustaba. Dio la vuelta para regresar hacia los negros y blancos, cuando a través de los escaparates reconoció una silueta familiar.
Un cuerpo delgado y pequeño, sacudiéndose levemente mientras con sus brazos se protegía a sí misma. Stella se tensó al reconocer a Alice, al mismo tiempo ladeó la cabeza para intentar descifrar por qué iba como si nada más importara en el mundo, con expresión tan desolada y obviamente llorando.
No quiso involucrarse, vaya que no, pero no podía ver a esa chica con tanta pena y no recordar su propia adolescencia, la etapa más dura de su vida y en la cual necesitó a su madre más que nada y aquella no supo estar para ella. Tocó sus muñecas como acto reflejo. Esa pequeña parte de su vida no quería recordar y tampoco lo quería para nadie.
—¿Qué sucede?— escuchó la voz curiosa de su amiga.
—Vi algo en la otra tienda, ya regreso— se excusó mientras caminaba fuera de la boutique.
—Claro— escuchó a lo lejos.
Salió a los pasillos del mall, confirmando que aquel cuerpo desgarbado era la hija del hombre de su sueños eróticos. Tragó saliva antes de acercarse a ella, ni siquiera sabía por qué lo hacía.
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My Favorite Sin (+18)
RomansaPecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...