Capítulo 34

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Reese la atrajo a su cuerpo abrazándola por la cintura, y ella había perdido su capacidad de raciocinio otra vez, se aferró al cuello de su amante en un intento desesperado de que él no se separara de ella. Mientras sus labios continuaban en una lucha intensa, sin fin, sintió que se movían torpemente por la cocina, Stella captó el frío mármol de la isla en su espalda baja y jadeó de sorpresa sobre los labios de Reese, rompiéndo el beso.

Él la hizo girar entre sus brazos, quedando con su pecho en su espalda, con sus labios rozándole el cuello y sus cuerpos ardiendo de deseo. Las manos grandes del hombre viajaron de la cintura de Stella a sus muslos apenas cubiertos por la bata, metió los dedos por debajo de la prenda encontrando sus nalgas y yendo más allá hasta tocar su sexo por encima de la tela.

Stella mordió su labio inferior para no gemir a causa del ramalazo de placer que la azotó. Los labios de Reese besaron su cuello con delicadeza mientras la acariciaba provocativamente de adelante hacia atrás, logrando que sus piernas temblaran y su piel se erizara.

¿Cómo era posible que aquel hombre la hiciera vibrar en tan solo un segundo?, pensaba. Solo tenía que susurrarle al oído con su voz ronca para que ella comenzara a arder como braza caliente.

La humedad creada por la fricción comenzó a mojar su ropa interior y posteriormente los dedos del hombre a su espalda. Gimoteó quedamente e hizo puños sus manos sobre la superficie de mármol. Reese buscó su boca y ella se la entregó al mismo tiempo que él movía su tanga a un lado para hacer el contacto más directo, más íntimo, más placentero. Stella gimió sobre su boca cuando sintió sus dedos presionando su entrada y entrando suavemente, se arqueó cuando se movió en círculos en su interior y quiso gritar de gozo, pero no podía y eso la estaba matando.

—Reese— rogó en medio de un ronroneo y miró a su amante. Él la contemplaba con el ardor grabado en sus ojos oliva, su respiración estaba ligeramente agitada y casi podía sentir su corazón ir tan rápido como el de ella.

Él la besó castamente antes de retirar sus dedos y reemplazarlos con su pene duro y caliente, que se abría paso con suavidad en su interior, mientras ambos disfrutaban de la lenta fricción. Stella abrió más sus piernas y reprimió sus gemidos mordiendo el interior de sus mejillas. Reese la sostuvo con firmeza de la cintura y empezó a moverse en un ritmo torturante, se deslizaba casi por completo hacia afuera para luego embestirla con cuidado hasta el fondo.

—Stella— gruñó él en su oído y aquello la hizo temblar. Se escuchaba demasiado erotico su nombre en sus labios mientras la hacía suya.

De repente escucharon un rechinido a lo lejos, que los hizo paralizar y recordar donde estaban y que lo que estaban haciendo no era posible. Reese se tensó pero aún así no salió de ella, quien quiso escapar pero él no se lo permitió.

Con el corazón desbocado por el miedo de ser encontrados, Stella le rogó que la soltara pero él solo esperó y cuando nada más pasó la embistió con fuerza, haciéndola gritar. La hizo inclinarse sobre la isla y empujó con brutalidad contra ella, quien tapó su boca para que los sonidos a causa del placer no escaparan de ella y una vez más se olvidó de todo, se concentró en los maravillosos golpes de cadera que su amante le proporcionaba que la hacían sentir fuegos artificiales en el cuerpo.

Su miembro bombeaba su interior enviando millones de sensaciones a todas sus terminaciones nerviosas. Sentía lava en vez de sangre correr en sus venas y sentía cosquillas en su vientre bajo.

Escuchaba a Reese jadear, vibrar sobre su piel mientras la aferraba de las caderas. Quiso estar más cerca, sentirlo cuerpo a cuerpo, odiaba estar tan lejos de él. Levantó su pecho dispuesta a incorporarse, su amante captó la indirecta y se detuvo solo un segundo para abrazarla de la cintura y hacerla subir una pierna en el mármol.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora