Capítulo 53

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Y allí estaban de nuevo, en un sombrío hospital esperando noticias del hombre que a pesar de todo y en contra de su voluntad, le preocupaba. Era su padre, creció con él y aunque le había arruinado la vida prácticamente, tenía ese sentimiento extraño que lo mantenía atado a su lado.

Stella dormitaba recostada en su hombro y él no apartaba la vista al teléfono, sus hijos estaban con Christin, pero eso no lo tranquilizaba. Debía estar con ellos, disfrutando de que la mujer que adoraba le había dicho que sí de una forma extraña, y preparándose para tomar el mando de JetBertwell.

Una vez más, Hugh le arrebataba la poca felicidad que tenía. Sus hermanas se habían rehusado a ir, el escándalo de lo que había sucedido con Alesia era demasiado grande y vergonzoso, estaban enojadas y no podía culparlas. Él era el único tonto que seguía allí, bajo su sombra.

—¿Puedes dejar de mirar el teléfono y mover las piernas? Me estás desesperando— se quejó Stella y él chasqueó la lengua.

—Lo siento, pero estos no eran mis planes de viernes por la noche— gruñó entre dientes —De hecho mis planes eran exactamente los que Hugh interrumpió. Moría por estar entre tus piernas hasta el amanecer.

La escuchó reír pero Reese hablaba completamente en serio. Tenía una enorme necesidad de su mujer y no podía pensar otra cosa más que hacerle el amor una y otra vez. Era tiempo de que acelerara la compra de la casa, en cuanto pudiera, se estarían mudando, tendrían su privacidad y la mierda se habría acabado.

Se puso de pie en cuanto vio al doctor de su padre aproximarse, Stella lo siguió de cerca y ambos abordaron al hombre. Quien los miró a los dos con tranquilidad.

—Solo fue un pequeño ataque, aunque eso no le quita lo peligroso, está estable y podrá irse a casa pronto, pero hay que monitorear ese corazón y cuidarlo a partir de ahora. Porque aunque en estos momentos no ha sido más que un dolor, la próxima podría ser fatal. En unos minutos daré la orden para que puedan pasar a verlo.

—¿Entonces no fue un infarto?— insistió Stella.

—No, tuvo un fuerte dolor que podría calificarse como un inicio de un mal cardiaco. Como dije, está bien, pero hay que mantenerlo bajo vigilancia.

«Genial, otra persona que cuidar», pensó Reese tras un asentimiento. Él no quería nada más que ver con Hugh, quería tomar a quienes más amaba y olvidarse de su disfuncional familia todo el tiempo que pudiera, pero todo estaba saliendo mal, desafortunadamente.

Ambos esperaron las instrucciones del doctor y cuando recibieron la autorización fueron con Hugh quien dormía plácidamente en la camilla. Vio como Stella se acercaba a él y se tensó ligeramente, no la quería cerca de su padre, menos cuando había el cincuenta por ciento de probabilidad de que su bebé fuera suyo.

Estaba a la defensiva, pero después de lo de Alessia y Ross, nadie podía culparlo.

—Está inconsciente— murmuró la morena tras un suspiro. Se alejó de Hugh y se acercó a pasos lentos hacia él, Reese abrió los brazos para recibirla. Le gustaba tenerla bajo su protección —A pesar de todo, quise y quiero a Hugh, Reese, y si algo le hubiera pasado sería muy doloroso.

Él asintió brevemente, en silencio, no podía competir, ni enojarse, con eso. Posó los labios en la frente de la mujer y se deleitó con su olor. Lo único que debía pensar es que era suya en ese momento, la tenía y eso era lo único que importaba. Sin embargo ahí estaba la duda, matándolo y carcomiéndole la mente.

—Prométeme que esto no cambiará nada, ni siquiera la procedencia del bebé, ya me dijiste que sí, no quiero que te apartes de mí— rogó desesperadamente, tomándola de las mejillas para obligarla a verlo —Por una jodida vez en mi vida quiero ser egoísta. Quiero algo solo para mí.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora