No pudo soportar más su silencio, si seguía allí se rompería y no lo permitiría. Apretó sus labios aguantando su pena y dio media vuelta, se marcharía con la poca dignidad que le quedaba."Tonta, Stella».
«Boba, Stella».
«Todo lo arruinas, Stella».
«Mira lo que hiciste, Stella».
«Eres tan patética, Stella».
«Con esa actitud no ganarás nada, Stella».
Su madre, su abuela, su hermana. Podía escuchar todas las voces en su cabeza y quería que se callaran de una buena vez por todas. Quería ser dueña de su propia vida y tomar sus propias decisiones aunque no fueran acertadas.
Tal vez debía marchar, cambiar su nombre, nacer de nuevo. Stella Greene era una escultura, una creación a imagen de Martha Greene, tal vez debería ser alguien más. Vivir la vida de otra persona. Con el dinero de Hugh podría volver a Ucrania y ser de nuevo Stella Kolysnyk.
Entonces su corazón volvió a latir, la mano de Reese cerrándose en su muñeca, la detuvo. La hizo dar la vuelta y quedó refugiada en su cuerpo, en su calidez y su aroma; acurrucada en su pecho. Quiso llorar pero no pudo, así que solo lo abrazó de vuelta, en silencio.
—No sé qué tienes que hago caso omiso a todo lo malo qué haces y vuelvo a ti, una y otra vez. Es un maldito círculo vicioso— murmuró sobre su cabeza y ella sonrió. Porque esa parte egoísta y detestable de ella era la que la hacía atractiva a sus ojos. Lo supo desde el principio.
—Yo jamás haría algo para lastimarte, Reese. No cuando te has vuelto tan ridículamente importante.
Él la sostuvo por las mejillas con firmeza, su mirada había cambiado y el increíble hombre que la había conquistado estaba devuelta. Y era un alivio, porque al final de todo, hubiera sido difícil olvidarse de él. La besó lentamente y suspiró sobre su boca, el beso le supo a una nueva oportunidad, un nuevo comienzo para ambos.
—Sabía que querías a los niños— murmuró sobre sus labios y no pudo evitar sonreír.
—Solo un poco.
—Ahora tenemos un problema más grande. Astrid nos vio— frunció su ceño con preocupación, pero esa niña malcriada era lo que menos le importaba —Le contará a Hugh y no sé que él sería capaz de hacerte.
—Hacernos, más bien.
—No me importa lo que intente hacerme, solo me importas tú— él se inclinó a besar su frente.
Estaban al principio de un patético drama que ella misma se buscó por enamorarse del hijo de su esposo, pero no se arrepentía ni un segundo de todo lo que había pasado en el último tiempo juntos. Estaba feliz como en ningún otro momento y sobre todo, sentía algo real por alguien que la quería por como ella era.
—Le pediremos tiempo a Astrid. Ella me escuchará y tomaremos una decisión.
—Ella no aceptará, Reese, me odia y ahora tiene un motivo para aplastarme como una cucaracha— mordió su labio inferior y suspiró, estaba perdida —Lo mejor será enfrentar a tu padre.
—Entonces ven conmigo, pronto me entregarán la casa.
—No es tan fácil, Reese. Tenemos que resolver nuestras antiguas vidas antes de intentar una estando juntos— tomó su mano entres la suya y suspiró —Debo arreglar las cosas con Hugh, porque a pesar de todo lo quiero mucho, de verdad, y tú tienes que resolver tus problemas con Alessia.
—Stella...
Reese fue interrumpido por el sonido de su teléfono móvil, con la mano le hizo una seña para que esperara y ella dio unos pasos atrás para darle privacidad. El rostro de su amante pasó de tranquilidad a extrema preocupación en un segundo. Curiosa escuchó atentamente pero Reese solo respondió con monosílabos y muy alterado.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...