Stella estaba bajo el chorro de la ducha, el agua caliente quemaba su piel, pero le parecía reconfortante. Había intercambiado pocas palabras con Reese, apenas le salía la voz y aún no tenía el valor necesario para contarle lo que estaba pasando. Estaba aterrorizada, no sería una buena madre y Hugh, definitivamente él no era la definición de padre presente y dedicado.Seguía intentando llorar, dejar salir toda esa presión que había en su pecho que amenazaba con ahogarla, pero no podía.
Se sobresaltó cuando Reese la sorprendió abriendo la mampara de la ducha. Él se notaba ceñudo, cosa que la hizo imitar el gesto. ¿Qué estaba mal?
—¿Qué te sucede? Lo siento, traté de ser comprensible y darte espacio y tiempo, pero me mata la preocupación. ¿Qué te pasa, Stella?
Ella fingió una sonrisa para nada convincente y en su segundo él estuvo dentro, con ella, ocupando casi todo el espacio de la ducha con su gran cuerpo, mojando su ropa y con una intensa mirada que le decía lo importante que era para él y que realmente estaba intranquilo.
—Pasan muchas cosas, Reese, que aún no tengo el valor de decirte— dijo en voz baja y se mordió el labio inferior.
—¿Qué tan malo podría ser, Stella?— él la hizo levantar la mirada hacia él, acarició su barbilla con ternura y ese simple gesto, ese momento que podría parecer normal ante cualquiera, se le hizo el más perfecto que había tenido.
Él era un hombre increíble, excepcional y no merecía tener la duda de que tenía otro hijo que probablemente no era de él. Sería cruel contarle la verdad, pero también sería egoísta el no dejarle saber las posibilidades que tenía de ser padre otra vez. Estaba en una encrucijada y lo odiaba.
—No lo sé— se encogió de hombros —Pero no estoy lista para contarlo.
—¿Te vas? ¿Me dejarás? ¿Ya no estarás conmigo y decidiste continuar con Hugh?— preguntó desesperadamente y ella apretó los labios, se le estaba haciendo muy difícil —¿Es eso? ¿Me dejarás para estar con el cretino de mi padre totalmente?
—No— respondió rápidamente. Entonces pensó muy bien sus opciones. Si el bebé era de Hugh tenía que volver con él en su totalidad, debía darle una familia a ese niño o niña —No sé— rectificó tras un suspiro —No sé, Reese.
Apoyó su frente en el pecho masculino y sintió sus brazos rodearle. Se sintió protegida, segura, sentimientos que jamás había experimentado en su vida. Reese era todo lo bueno que no merecía y allí estaba, con ella, la quería y le rogaba entre líneas que no lo dejara. Pero él no entendía el punto, no se puede dejar algo que nunca empezó. Y al parecer lo de ellos tenía fecha de caducidad, ocho meses para ser exactos.
—No sé qué te pasa, pero no te dejaré escapar de mí, Stella Greene.
—Deberías, porque podría lastimarte.
—No, hermosa, jamás lo harías— le susurró al oído y ella sonrió. Se incorporó para verlo con ojos brillantes de emoción, adoraba a ese hombre incondicionalmente.
—Eres lo más bonito que he tenido en mi vida, Reese, y no quiero perderte— susurró —Pero solo es cuestión de tiempo para que lo arruine.
—No— dijo él de forma rotunda, con la determinación dibujada en sus ojos oliva —No vas a arruinarlo, porque yo no voy a permitirlo.
La tomó de las mejillas con delicadeza y unió sus labios, sellando una promesa. Stella estiró la mano hacia atrás y cerró el paso de agua, para finalmente rodearlo con sus brazos y recibir aquel beso con toda la necesidad que tenía de él.
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My Favorite Sin (+18)
Любовные романыPecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...