Horas. Habían pasado horas desde que no sabía dónde estaba Stella. Sentía que se volvería loco, sentía una insoportable presión en el pecho que amenazaba con dejarlo sin aliento. Toda la casa estaba tensa, las niñas preguntaban por Stella y él no sabía qué responder.Finalmente había contactado a la policía, pero no había mucho de dónde empezar a buscar. Ella se había ido por su cuenta y el único motivo por el cual las autoridades le hacían caso, era por su insistencia.
Cada minuto era una tortura y el constante miedo de que algo le hubiera pasado, lo estaba matando. Marcó su teléfono por enésima vez y no obtuvo respuesta alguna, de nuevo. Lanzó el dispositivo con fuerza, contra una de las paredes de su habitación. Nadie se había comunicado, si Hugh la usaba para chantajearlo, ¿por qué no se había comunicado entonces?
Se dejó caer en la cama y escondió su rostro entre sus manos. Ella lo había abandonado. Soltó un sollozo, ella lo había dejado cuando le había asegurado que no lo haría. Stella se había llevado todo lo que le había entregado y también a su bebé.
—Dios— se lamentó en voz alta. Era lo último que quería pensar, pero llegados a tal punto, no tenía otra explicación lógica.
—¿Papá?
La voz de Alice lo obligó a limpiarse las lágrimas con rapidez. No quería que sus hijos lo vieran de esa forma, no quería que pensaran que otra vez, alguien los abandonaba.
—¿Sí?
—La tía Carrie dice que no sabe dónde se está quedando el abuelo— anunció su hija, llevándose con aquello, la última esperanza que le quedaba.
Carrie no había podido contactar a su padre, nadie sabía dónde estaba él. Así que oficialmente, no tenía idea de dónde estaba Stella. Habían borrado su existencia del mapa, de todo radar.
—Gracias, Alice.
—¿Estás bien?— la chica intentó acercarse pero él negó con la cabeza.
—Necesito un momento a solas, cariño.
—Pero papá...
—Estaré bien, Alice. Tranquila.
No pudo levantar la mirada para ver a su hija marcharse, estaba avergonzado. Había caído rendido ante una mujer como si fuera un pequeño adolescente. Era ridículo. Estaba atrapado por sus propios sentimientos, los mismos que lo tenían entre la duda y la posible verdad, y ya no sabía qué creer.
Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro, sin salida, desesperado. Empezó a buscar entre todos los cajones de Stella, no sabía qué quería encontrar, pero cualquier cosa que pareciera una pista le era suficiente. Se acercó a su peinador y abrió el único cajón que tenía, para encontrar una carta allí. La abrió rápidamente, era una cita médica, Stella tenía su primer ultrasonido pronto y él estaba registrado como su acompañante.
Así que ella no se había ido, tenía planes para ambos, había pensado a futuro. ¿Entonces por qué todo era tan raro?
Llevó su mano derecha a su cara y se restregó con frustración. Estaba muy confundido y no sabía cómo terminar con la agonía.
—Voy a encontrarte, preciosa. Lo juro.
***
Stella seguía atrapada en la cama, intentó soltarse varias veces pero lo único que conseguiría si continuaba, era una muñeca rota. Bufó audiblemente y maldijo a Hugh entre dientes. Estaba incómoda, hambrienta y sobre todo muy mareada. Las náuseas no se iban, eran tan insoportables como el encierro.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...