No podía decir que estaba sorprendida, sabía muy bien lo descarado que podía ser su marido y esa mujer, desde que la vio por primera vez no le parecía el tierno corderito que todos creían que era. Lo que sí le sorprendió fue la frialdad y la burla con la que se dirigió a Reese, como si no se arrepintiera de lastimar a su hijo con una noticia como la que había recibido inesperadamente.Reese y ella no eran inocentes, sin embargo lo que tenían surgió antes de que supieran lo que los unía. Alessia sin embargo, fue la esposa de su hijo por casi veinte años y aún así no le importó acostarse con ella, y además de eso, mentir con algo tan delicado como la paternidad de un bebé.
Estaba enojada. Con Hugh, no por la situación en sí. Le dolía ver a Reese tan afectado por culpa de quien debería amarlo más. Ni siquiera le dirigió la mirada cuando salieron al pasillo.
—Supe que retiraste una gran cantidad de dinero del banco, ¿qué planeas, Stella?
—¿En serio eso te preocupa, esposo?— inquirió sardónica, dándose la vuelta para mirarlo con burla —Tienes semejante problema que enfrentar y me cuestionas un retiro de dinero que se supone que es mío, tú me lo diste.
—Contesta, Stella— gruñó el hombre.
—Me haré una liposucción y me haré botox, Hugh, ¿feliz?— mintió, rodando los ojos.
—No quiero que gastes dinero, no ahora que Reese está enojado— se veía visiblemente preocupado y Stella asintió. Tan solo un movimiento de la mano de Reese y se quedaban sin un centavo. Sus prioridades estaban cambiando de repente.
—Me pregunto cómo le harás con tantos gastos— susurró, pensando en el bebé recién nacido que tenía con su amante y chasqueó la lengua.
—¿A qué te refieres?
—A nada— dijo rápidamente —Y ni siquiera pienses por un momento que te voy a devolver las propiedades que me distes, es mi pago por mi cuerpo todos estos años.
—El primer mal momento de nuestra relación y sacas a relucir tus garras— le espetó enojado y ella rio.
—Me casé contigo en las buenas, no en las malas. Lo dicen mis votos— se regodeó, empezando a caminar —Compermiso, tengo cosas que hacer, cielo.
Lo dejó parado en medio del pasillo, tenso y enojado. Caminó con media sonrisa en sus labios escarlata, era un karma que estaba empezando a pagar y sería muy caro. Y le estaba gustando eso de no tener que fingir más, podía ser la perra que quería pues era una esposa engañada y ofendida.
Se acercó a la oficina del pediatra que estaba atendiendo a Ross, tenía una consulta con ella y se hacía tarde ya. La doctora Waisz la recibió como lo que era, una vieja conocida, amiga de la madre de Rachel y una muy buena clienta.
—Creí por un momento que no me reconocías.
—¿A una de mis clientas VIP? Jamás, querida— Stella se sentó con delicadeza en la silla.
—¿En qué puedo ayudarte?
Stella estaba corta de tiempo, tenía que hacer todo rápido así que fue al punto. No podía quedarse allí por más tiempo del requerido.
—Está este niño, Ross Lambert, es el nieto de mi esposo. Al parecer sus padres no son compatibles y ya sabes que hay una pequeña situación familiar justo ahora. Me gustaría someterse a la prueba y si soy compatible me gustaría ser su donante.
—¿Sabes que no es tan fácil, Stella? Hay una serie de procedimientos a seguir.
—Y lo haré, siempre y cuando sea discreta. Si el resultado es positivo, entonces le contaré a la familia.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...