Tuvo horas para darle rienda suelta a su imaginación, a sus pensamientos. No pudo dormir la noche anterior, Stella no salía de su cabeza. Tenía que eliminarla de su sistema mas no podía, ella se había aferrado a su mente demasiado rápido y tan fuerte que le parecía ridículo.Sus hijas irrumpieron en su habitación mucho antes de que el sol le pegara en la cara. El gran día había llegado y él sentía aún el gusto amargo del rechazo de la morena y también el bochorno por tomarse el atrevimiento de hacer tal proposición. Sin embargo, el deseo de que ella estuviera allí seguía latente en su loca cabeza.
Mientras desayunaban algo antes de marchar a los parques, sentía la necesidad de volver a hablar con Stella, disculparse y también expresarle lo que estaba sintiendo por ella, era muy propio de él ser honesto, abierto y directo. Quería arriesgarse tan solo un poco antes de volver a su realidad, ella le gustaba, quería conocerla, quería pensar en él solo por una vez. Cuando llegara a Canadá, entonces resolvería su situación con Alessia, por otro lado Stella estaba comprometida, un horrible compromiso en su opinión, ¿estaba ella dispuesta a salir de esa trampa? Eran muchos obstáculos, pero pretendía ignorarlos.
Nunca en su vida había sido egoísta, siempre pensaba en el bienestar de los que estaban a su alrededor, ese día quería velar sólo por él. La noche anterior había sido un cambio de escenario, su mente había dado un giro de 180 grados. Era una locura, pero era su locura.
Ya en el lobby del hotel revisó que cada uno de sus hijos estuviera allí, que las cosas de Ross estaban en su cochecito y que tenía los pases a mano. Se suponía que Christin no iría con ellos, pero la verdad es que dependía de la mujer, eran seis niños que requerían atención especial cada uno e ir al baño con Diane y Lizzie siempre se le había hecho una tarea difícil, Alice se encargaba de ello por ser la mayor, pero no quería arruinarle el paseo a su hija más grande con responsabilidades que tenían que ser de él, allí entraba en juego la gran Christin.
Miró solo un segundo hacia atrás para encontrar a la protagonista de sus pensamientos, vestía unos shorts blancos, top holgado con escote de barco color mostaza y tacones de plataforma color beige. La analizó de arriba abajo, iba hermosa y refrescante, con su abundante y oscuro pelo en una coleta desordenada, maquillaje ligero y obviamente escapando de su mirada.
Sonrió de lado al verla, Stella realmente era un sueño hecho realidad, sin poder evitarlo se disculpó con sus hijos y Christin y fue a su encuentro. Era su oportunidad, estaban ambos allí a la misma hora, tenía que intentarlo una segunda vez. Una última vez.
Compartieron más miradas que palabras, podía sentir como una fuerza extraña lo atraía hacia ella, quería besarla de nuevo, sin importarle nada más que sus labios dulces y de seda. No podía parar de admirarla incluso cuando Alice los interrumpió. Lo había dicho, había sido honesto en cuanto a lo que sentía y no había recibido una respuesta, pero aún así ansiaba pasar tiempo con ella.
Se sentía embrujado, hechizado, como fuera que se le llamara. ¿Cómo era posible? ¿Dos días eran suficientes para sentirse así? Para él sí.
—Supongo que no tengo nada que hacer hoy— murmuró mirando a su hija, quien sonrió feliz.
Le gustaba que a Alice le agradara Stella, pero necesitaba hablar de nuevo con ella a solas.
—Espérame con Christin, Alice— le ordenó a su hija, tendiéndole a Diane para poder tener privacidad y la chica hizo un mohín berrinchudo —Ve.
Alice se alejó y él por fin miró a Stella con algo más que admiración, se permitió mirarla con deseo mientras que con su mano acariciaba la suavidad de la suya. Ella era perfecta.
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My Favorite Sin (+18)
Любовные романыPecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...