Reese llegó del trabajo agotado como siempre tras volar varias horas seguidas. Había renunciado al pilotaje hacía años, cuando nació Alice y descubrió que apenas tenía tiempo para su familia, se había dedicado solo a la enseñanza y volar simuladores para los futuros pilotos. Sin embargo tenía que cubrir a uno de los pilotos de la aerolínea pues había sido dado de baja por maniobrar una nave en malas condiciones sin consentimiento de la torre.Tenía cuatro meses realizando vuelos largos y sin escala, de América a Europa. Y de regreso, con pocas oportunidades de descanso. La remuneración era buena, con ella consentía a su familia, pero el agotamiento era extremo. De repente la profesión que amaba y que había elegido, no era más que una carga difícil.
Entró a la casa, dejando el equipaje de mano junto a la puerta. Encontró a sus hijos cenando en la mesa y decidió unirseles.
—¡Papá!
Fue recibido con sonrisas felices, ahuyentando un poco el agotamiento que sentía.
—¿Cómo se portaron con Christine?— preguntó dejándose caer en una de las sillas.
—De maravilla, señor, tiene unos hijos encantadores— contestó la mujer —¿Gusta cenar?
—Por favor.
—No vas a creerlo, papá, pero mamá fue con nosotras a comprar los vestidos de la boda— contó con emoción Jessie y él sonrió, esas eran buenas noticias, que Alessia saliera a la calle era un gran avance.
—Sí, pero se peleó con la dependienta. Fue muy grosera— replicó Alice.
—Debes tenerle paciencia, hija.
No sabía cómo lidiar con Alessia, así que prefirió cambiar de tema con sus hijos y cenar cuando Christine le puso un plato al frente. Escuchó historias del preescolar de sus hijas más pequeñas y aventuras de las más grandes, también algunos balbuceos de Ross.
Cuando hubo terminado subió a su habitación para darse una ducha, más tarde decidió ir con Alessia, se quedó paralizado en la puerta al ver a su esposa desnuda intentando ponerse una bata. Hacía mucho tiempo que no la veía de esa forma, que no había intimidad y todavía le parecía una hermosa mujer. Esa silla nunca fue un impedimento para él, con ella... era muy distinto.
—Alessia— llamó su atención con un suave jadeo. Sintió su pene estirarse al fijar la vista en los pechos turgentes de su esposa.
La mujer lo miró con sorpresa y bochorno, cubrió su cuerpo con sus manos.
—Largo de aquí, no quiero que me mires.
Él ignoró su orden. Cerró la puerta tras él y caminó decidido hasta ella, la admiró desde arriba, sediento de las atenciones de su mujer. Moría por volver a tocar su piel nívea, perderse en la calidez de su ser. Quería a su esposa devuelta.
—Estás hermosa— le tocó con la yema de los dedos la mejilla y Alessia se estremeció.
—Vete de aquí.
—Alessia...— se acuclilló frente a ella, mirándola fijamente a los ojos —Te extraño, cariño. ¿Cuándo permitirás que volvamos a tu vida?— susurró dolido pero no recibió respuesta. Quiso ser atrevido y retiró los brazos que escondían los senos de su mujer —Te amo, te deseo. ¿Por qué nos haces esto?
Acarició suavemente con su pulgar uno de los pezones de Alessia, provocando que ella se estremeciera. Sonrió pensando que aún provocaba algo en ella. Al no notar resistencia, se inclinó para besar su cuello con deleite. Siempre le agradó su olor a rosas. La escuchó gemir y sonrió sobre su piel, cubrió con toda su mano el pecho de Alessia, lo amasó a la vez que subía sus labios hasta la boca femenina.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...