—¿Dónde está? ¡Stelly!Stella giró la cabeza ante la voz intensa de su amiga. Se levantó de la silla de su tocador justo en el momento en que Rachel irrumpió en su habitación. Sonrió feliz de ver a su ruidosa amiga de nuevo. Quien respiró genuinamente aliviada al verla en una sola pieza.
—Tú, te juro que vas a matarme de un infarto —le recriminó—. ¿Cómo te atreves? No es justo, Stella. No es justo que me hagas pasar por ese calvario.
—No seas dramática —la reprendió, divertida, y la rubia se mostró indignada.
—¿Dramática? Mi mejor amiga fue secuestrada, eso no es ser dramática, estúpida.
Casi vio una lágrima emerger del ojo derecho de Rachel, así que rompió la distancia, dejándola un tanto sorprendida. Podía contar con los dedos de una sola mano cuántas veces había abrazado a su amiga. No era propio de ella el mostrar afecto pero ese día se sentía especial, quería aprovechar al máximo a aquellos que tenía alrededor, porque ya sabía que de un segundo a otro, la vida podría cambiar drásticamente.
—Me alegra tanto que estés bien —murmuró Rachel devolviéndole el abrazo—. Me sentí tan tonta al no detenerte cuando tuve tiempo.
—No lo sabías, no es tu culpa.
Se alejó de la rubia para darle una sonrisa reconfortante. Le alegraba verla, era la persona más cercana a una familia verdadera que tenía. También estaba Reese, pero Rachel era como su hermana.
Su amiga hizo un gesto de recordar algo, como si una bombilla encendiera en su cabeza, haciéndola alzar una ceja.
—¡Traje tu paquete! Dame un minuto y ya vuelvo. —Salió casi corriendo de la habitación y Stella rodó los ojos. Era de nuevo ella misma, efusiva casi al punto de la locura.
No obstante, rio, porque eso era justamente lo que la hacía perfecta. Era su opuesto, todo lo que ella no tenía conformaba la personalidad de Rachel. Se acercó a su cómoda para terminar de arreglarse y a los pocos minutos la rubia volvió con el paquete que era para Alice, lo había olvidado por completo, así que le agradeció.
Stella terminó de ponerse presentable bajo la larga conversación de Rachel. Sí, sabía que había dejado el trabajo tirado en la boutique y que estaban retrasadas con algunos pedidos, pero quería disfrutar ese día antes de volver a la rutina. Iría a asegurarse de que el bebé estuviera bien, denunciaría a Hugh y todo mejoraría a partir de esa mañana.
Todos abordaron sus vehículos, Stella se negó a ir en una van llena de niños así que optó por su auto y que Reese la siguiera. Rachel tomó el camino hacia la boutique con la promesa de que se reunirían al día siguiente para terminar los pendientes y ella el camino al consultorio de su hermano.
Al llegar a la clínica respiró hondo, no solo estarían todas esas personas en su cita médica, sino que también Reese conocería una pequeña, aunque casi insignificante, parte de su familia. Su hermano era idéntico a ella, era algo innegable el hecho de que eran familia y Demyan seguía usando el apellido Greene así que no sería muy difícil de asociar su parentesco.
Tomó varias respiraciones antes de coger su bolso y salir de su auto, encontrándose a su amante sacando a los más pequeños de sus sillas para niños. Asintió con una sonrisa tensa y esperó impaciente a que terminara y todos estuvieran afuera. Debía hablar primero con Demyan antes de entrar todos de sopetón, ni siquiera sabía si era legal tantas personas en una pequeña oficina médica pero haría lo que pudiera.
—Me adelantaré. —Se aproximó a Reese, tocando su brazo.
Él se volteó a verla ceñudo.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...