Reese aterrizó la avioneta en un prado luego de varios minutos de vuelo, la ayudó a salir de la aeronave y ambos rieron cuando los tacones de Stella se enterraron en la tierra suave. Ella se quedó descalza en el césped y él decidió ir por las cosas que necesitarían para pasar la tarde.Stella respiró el aire fresco del campo, no sabía dónde estaban pero aquel lugar le transmitía paz. Se giró hacia Reese y lo vio maniobrar con dos cajas y una hielera. Ella corrió a su ayuda pero todo era muy pesado.
—¿Pero qué llevas aquí?— inquirió sorprendida.
—Cosas para nosotros— le sonrió con picardía —Toma la caja azul y saca lo que tiene adentro.
Stella acató la orden, extrajo lo que parecía ser material de látex, como un bote o piscina hinchable. Una pequeña máquina negra y un cordón largo. Frunció el ceño sin saber qué hacer a continuación, Reese apareció por su costado y conectó la máquina al látex y luego se llevó el cable hasta la avioneta. Stella lo observó maniobrar hasta que la cosa al lado de ella comenzó a crecer con una velocidad impresionante.
Se alejó un poco y el montón de plástico se convirtió en lo que parecía una casa de campaña. Ella rio, pues era la primera vez que veía algo tan genial, si cuando era joven hubiera existido tal cosa, definitivamente los días de campamento de la escuela no hubieran sido tan fastidiosos.
—Esto sí que es evolución— comentó y escuchó a Reese reír.
—En la otra caja hay mantas y almohadas. Acomódalas dentro, hermosa— le pidió amablemente, a lo que ella asintió, sin embargo no le pasó por alto como la había llamado.
Llevó todo dentro de la tienda y era sumamente cómoda, sus pies se hundían en el piso lleno de aire y sentía como su cuerpo rebotaba levemente, se imaginó a ellos haciendo el amor allí, sería mágico. Cuando iba a salir vio a Reese acomodar una pequeña mesa con comida, pero ella no quería comer. Ella necesitaba estar con él después de tanto tiempo.
—Ven aquí— lo llamó, sentada en medio de la tienda. Él la miró fijamente y Stella lo llamó con los dedos —Nunca dejes a una dama esperando, Reese— canturreó.
—Bien. Guardo esto y voy contigo.
Lo vio guardar todo de nuevo y luego ingresar a la tienda. Se acercó a ella y todo su cuerpo se estremeció.
—Se suponía que te traería aquí a ver el atardecer— la acusó mientras se sacaba los zapatos. Stella rio —Esta es propiedad privada, era de mi madre. Adoraba este lugar pero nunca pudo construir algo, Hugh le quitó todas las ganas de vivir— su mirada se oscureció un poco y ella lo tomó de las mejillas.
—No pensemos cosas malas. Solo quiero que seamos tú y yo— murmuró cerca de sus labios.
—Esa idea me agrada.
Reese la besó con demanda antes de rodearla por la cintura atrayéndola a él en un movimiento fluido, llevándola con él hasta quedar recostados en el suelo acolchado de la carpa. Stella quiso acomodarse a horcajadas sobre su amante mas su falda ajustada le dificultaba la movilidad.
Sintió las manos de Reese tocar su espalda baja y luego la cinturilla de la misma se liberó, rompieron el beso para deshacerse de la molesta prenda y por fin ella pudo sentarse cual diosa poderosa sobre el hombre que la tenía demasiado ilusionada. Se sacó el suéter quedando solo con su ropa interior. Él la observó con algo más que deseo, había tanto que descifrar en aquella mirada verdosa que su corazón dio un vuelco.
¿Qué les estaba pasando? No era así cómo se comportaban los amantes.
Stella obvió lo que estaba sintiendo y metió las manos por debajo de la camiseta que él vestía y se la quitó, se inclinó a besar su pecho y su abdomen con lentitud, escuchando los suspiros del grandioso hombre que estaba empezando a querer en su vida. Se detuvo y trepó por su cuerpo para ir a sus labios.
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My Favorite Sin (+18)
RomancePecado es una palabra que puede interpretarse de muchas formas. Stella lo sabía y tampoco le importaba, ella no creía en tal cosa. No creía en un castigo divino o terrenal. Ella hacía lo que quería, como su madre le había enseñado. Amar no era un pe...