Capítulo 45

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Poco a poco los miembros de la familia Lambert comenzaron a aparecer en la sala de emergencias como si fuera un día de campo en la casa familiar. Stella se alejó de ellos en cuanto vio aparecer a Astrid y su mirada encantadora, lo que menos quería provocar en esos momentos era un espectáculo, no le haría tal cosa a Reese, no con el mal rato que estaba pasando. Así que se alejó hacia las máquinas expendedoras.

Mientras preparaba un té instantáneo reflexionó sobre las últimas dos horas. Literalmente estaba a un berrinche de Astrid del fracaso total, todo su enfoque en ganar se estaba yendo al traste por un descuido. Uno que le costaría muy caro. Si Hugh le quitaba el dinero que tenía, quedaría completamente en la calle, no tendría nada, porque toda su vida se había enfocado en ser la mujer perfecta, para ser la esposa del hombre rico.

Y la boutique, no era una fuente de sustento confiable para costear su vida de lujos y excesos. El único recurso que le quedaba era sacar todo el dinero que pudiera de la cuenta que Hugh le dio acceso y huir del divorcio, de la ira de su esposo y también, aunque lo lamentaba, de Reese.

—¿Crees que mi hermano está muy mal?— escuchó la voz de Alice a su espalda.

—No lo sé, niña, le preguntas a la persona equivocada— comentó con tosquedad.

—Stella.... ¿Tú nos quieres?— la adolescente apreció por su costado izquierdo, con ese semblante miserable que quería ignorar pero que por alguna razón no podía —Porque mamá se negó a venir, no me llevo muy bien con mis tías y tú eres lo único que me queda para sentir que no estoy sola en toda esta mierda.

Alice casi sollozó en la última frase, haciéndola sentir muy extraña. ¿Qué tan jodida vida debía llevar como para buscar apoyo en alguien que siempre la había tratado de forma indiferente?

—Pequeña niña, tienes una falta de amor conmovedor— extendió su mano para darle su té, ella lo necesitaba más —No soy tu amiga, mucho menos tu madre y para ser completamente honesta, apenas los tolero porque adoro a tu padre y, cosa que lamento, ustedes ya vienen incluidos— vio los ojos azules de la joven llenarse de lágrimas y suspiró —Pero... no soy tan mala como negarte confort cuando sé que te sientes culpable de lo que le sucede a tu hermano.

Alice sollozó antes de acercarse a refugiarse en sus brazos; por primera vez Stella abrazaba a alguien de forma genuina, sin interés de por medio, sin falsedad disfrazada de cortesía. Acarició lentamente el cabello de Alice mientras la chica lloraba en su pecho.

—Shh, todo estará bien. Tu hermano estará bien y se irán a casa pronto a ser la molesta y exagerada media docena de niños que tuvo tu padre.

Hizo una mueca de pena, no podía ignorar el apego emocional que había creado con Alice, no por ser la hija de Reese, sino por ser la chica que le recordaba a sí misma. Ellas tenían tanto en común, el hogar disfuncional, el trauma de las peleas de sus padres, soledad, rabia. Todo concentrado en un pequeño cerebro incapaz de soportar tanto.

Sus dedos rozaron una pequeña protuberancia detrás de la oreja, escondida entre su pelo que le hizo fruncir el ceño. Podía reconocer una quemada de cigarrillo incluso sin verla, se apartó de Alice con molestia en sus facciones y sin decir nada, dejando a la adolescente confundida, la arrastró a los baños.

—¿Qué pasa?— preguntó Alice sorprendida de su arrebato.

—Alice, te dije que no lo hicieras— le susurró preocupada.

—¿De qué hablas?

—Sentí las heridas, Alice, no soy tonta. Sé que hay muchos más lugares ocultos que los brazos, piernas o vientre— espetó entre dientes y Alice cambió de confundida a nerviosa. Había sido descubierta —Te rogué que no te dejaras llevar por el dolor, Alice. No es la salida.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora