Capítulo 31

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Se separó de Reese en cuanto las notas del vals cesaron. Él se quedó inmerso en ella con una mirada ceñuda, no caerían más en la tentación, mucho menos delante de cientos de invitados. Stella agradeció el baile con un asentimiento y se acercó a su marido, quien le plantó un beso en frente de todos.

No quiso mirar atrás cuando se separaron, solo se aferró a su brazo y caminó entre la multitud llevada por él.

—Al menos uno de mis hijos se comporta con decencia esta noche— murmuró Hugh y Stella hizo una mueca.

—Claro— respondió con ironía. Si tan solo supiera.

Continuaron caminando entre los invitados, Hugh la presentaba ante todos como si exhibiera un trofeo. Ella sonreía con falsedad y se dejaba hacer, era su papel allí. La noche transcurrió básicamente así, conociendo personas que no le interesaban entre comidas y bailes.

En algún punto de la fiesta decidió ir al baño, tanto para refrescarse como para descansar de las miradas no gratas que recibía, incluida la de Reese. Remojó su cara y cuello con agua fría, y se abanicó un poco con las manos, moría de calor.

La puerta se abrió y ni siquiera se inmutó, no le interesaba quien había decidido entrar al baño, ella tenía mejores cosas en qué ocuparse, como no oler a cerdo sudado en su noche de bodas.

—¿Cómo pudiste?— una voz adolescente le hizo girar de inmediato hacia su portadora.

—Niña.

—Alice, soy Alice. La hija del hombre que engañaste en Orlando y la nieta del hombre con el que te casaste— la acusó molesta y Stella rio incrédula. Lo que le faltaba, una niña sacando conclusiones de cosas que no entendía.

—Alice— recalcó —No sabes de qué estás hablando. Es muy complicado.

—No, no lo es. Nos engañaste a todos.

—¡No engañé a nadie!— le gritó exasperada de ser culpada tantas veces seguidas. La chica se sobresaltó y se dijo a sí misma que debía guardar la calma —No tenía ni la menor idea de que ustedes compartían lazos con mi prometido. Además, no es tu deber involucrarte en esto. No te concierne.

—Es mi papá.

—Él es adulto— contraatacó —No necesita de ti para defenderse. Y debes de parar de meterte en su vida privada, podrías cometer un error del cual te arrepentirías.

—¿Cómo cual?— se cruzó de brazos desafiante y Stella rio, esa vez divertida.

—Como que tu madre se entere y tu familia feliz se vaya al carajo— hizo una mueca de pesar ante la mirada decepcionada de la chica —Escucha, lamento toda esta confusión y tan mala suerte, pero no lo hice intencional. Tu papá y yo no tuvimos nada, solo cenamos una noche, así que no tienes porqué preocuparte— mintió pasando por el lado de la joven —Él lo olvidará, yo también, tú deberías hacerlo.

—Es que yo no quería olvidar— la escuchó susurrar y Stella suspiró.

—Escucha, Alice. No sé en qué cuento de hadas te tiene viviendo tu padre, pero la vida real es complicada.

Sin más salió de allí, sentía que sería juzgada en cada esquina de aquel club, su fiesta soñada se estaba volviendo un completo infierno y se estaba enfadando. Atravesó el pasillo de vuelta a la recepción cuando se topó de frente con Astrid, la hija mayor de Hugh, sus miradas se cruzaron y se sostuvieron desafiantes sin embargo aquella no dijo nada, solo le brindó una mueca de desprecio que Stella ignoró.

Al menos había desistido, ya no quería más drama por el resto de la noche.

Cuando se mezcló con los invitados, vio a su esposo conversar con la esposa de Reese, había hablado con cada persona de la fiesta y ni siquiera le había dado tanta importancia ella. Se acababa de convertir en su esposa y la estaba ignorando como si aquella fiesta no fuera celebrando su boda.

My Favorite Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora