RIGHT NOW. © +18 (T.2 BEFORE) (DARYL DIXON)

62. cambios

Cinco semanas más tarde.

El tiempo ha pasado de manera rápida y al mismo tiempo, lenta. Si me lo pongo a pensar, desearía que algunas cosas hubiesen sido de manera más lenta, y otras, manteniéndose así de rápidas como ya pasaron.

Ni siquiera sé por donde es que debería de empezar.

Hemos mejorado todos con la gripe que tuvimos. A quien más le ha costado, fue a Negan, quien recién ahora ha recuperado el olfato y gusto, dado a que incluso llegó a perder esos dos sentidos.

Daryl, Jackson y yo, nos encontramos estupendos.

Cuando pensé en que probablemente Negan no podría mejorar, al verle luego de aquella conversación en el walkie, una especie de dolor en mi pecho se formó, causándome angustia.

Siddiq recurrió a él con ayuda de otras personas. Su sistema inmunológico estaba en un bajo nivel.

Cuando logró tranquilizarse, tuve una charla con él, y recuerdo incluso preguntarle que era lo que quería decirme. Pero desde aquel entonces, su frialdad, su manera tan característica de ser, esa dura personalidad que mantiene intacta, volvieron a florecer en su aura, diciéndome a mi que no recordaba tener que decirme nada.

Mantuve las cosas al margen y si bien he mantenido mis visitas hacia él, las conversaciones no lograban ser fluidas, al menos no de mi parte.

A causa de eso, he tenido conflictos con Daryl. A veces, no sabía si se ponía de mi lado o del de Negan. Siempre ha actuado de manera contradictoria, pero juzgó la poca atención que yo le ofrecía a mi progenitor, tratándome de frívola, desalmada, e incluso prepotente. Llegó hasta decirme que era la versión femenina de quien plantó mi semilla.

En este momento, Jackson se encuentra practicando en un libro infantil su lectura. Se trata de La Bella y La Bestia.

Tengo que admitir que es uno de mis libros infantiles preferidos.

Su lectura no es la mejor, pero para no ir a ninguna escuela y solo obtener la enseñanza mía y de Daryl, lo está haciendo espectacular.

Daryl se encuentra fuera, con su hacha, recolectando leña para la cena, mientras que Alanna, con sus pequeños ojos grisáceos, toma de mi pecho.

Me atrevo en caminar con ella hacia el porche de la cabaña.

Nuestra relación de madre e hija es casi perfecta. La conexión entre ambas es inigualable, ha comenzado a reírse de cosas claramente ilógicas, deja que duerma un poco más de noche y mi humor sea mejor día tras día, pero a veces sus berrinches y su manera exagerada de lloriquear, logra que mis casillas se desordenen dentro de mi cabeza.

Daryl es su héroe. Es aquel que llega en medio de una situación catastrófica y parece que ambos se ponen en mi contra para hacerme creer que soy la peor madre del mundo.

No sé como lo hace, pero en cuanto la toma en sus brazos cuando la niña está que ya ni ella misma se soporta, él la calma.

A veces eso me da rabia, pero luego lo olvido en cuanto veo la tranquilidad que él le causa a nuestra pequeña.

De todas maneras, aquella chispa que había entre Daryl y yo, ha empezado a apagarse con lentitud.

Apenas tenemos tiempo para nosotros, y si quiero aprovecharlo, él no capta mis señales ni indirectas.

Por ejemplo, ayer por la noche, con nuestros niños ya durmiendo, él entró a ducharse. De más está decir que ya he olvidado el calor de sus caricias en mi cuerpo, porque no mantenemos ni un tipo de acto sexual desde antes del nacimiento de Alanna.