66. Felicidad

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El viento que corre esa tarde es ligeramente frío, así que Taehyung no puede evitar encogerse un poco. En cuestión de segundos, antes de ser si quiera consciente de ello, Jungkook se ha quitado la chaqueta y se la ha puesto en los hombros. El pelinegro acomoda unos cuantos mechones y pasa un dedo sobre su nariz.

– Entremos a un café –comenta, tras acunar el rostro de Taehyung.

El castaño asiente y, tomados de las manos, se dirigen hacia el café más cercano. Durante el camino, el castaño se siente como si estuviera en un sueño. La felicidad que le embarga en ese momento le parece sacada de un cuento y eso le inquieta un poco, pero cada vez que Jungkook le sonríe todo vestigio de preocupación o duda desaparece.

– Una mesa privada para dos, por favor –ordena el pelinegro.

La encargada asiente–. Claro, tenemos una libre en el segundo piso para usted y su amigo.

Taehyung analiza la situación. Ambos habían confesado que se querían, pero en ningún momento habían conversado sobre etiquetas. La inseguridad comienza a romper su pequeña burbuja de felicidad hasta que Jungkook, con la mayor naturalidad del mundo, corrige-. Mi novio.

– Lo lamento, yo pensé... –se disculpa la chica, pero antes de que continúe Jungkook le asegura de que no hay ningún problema.

El personal los dirige hacia un deslumbrante rooftop y, luego de unas cuantas indicaciones de parte del mayor, los dejan finalmente solos. La vista era increíble, pero Taehyung solo podía pensar en lo que Jungkook acaba de decir. Su novio. Era su novio y él, el suyo. Podía ser algo simple, empero su corazón latía acelerado, lleno de felicidad.

– Jungkook –dice y este dirige toda su atención hacia el castaño–. Quiero besarte.

Las mejillas del mayor se tiñen de un bonito color rosa y Taehyung siente que puede desmayarse ahí mismo de ternura. Se siente realizado con solo pensar que es él el responsable de esa reacción en Jungkook.

– Hazlo –responde este último, quedándose quieto y dejando que el castaño sea quien dé el primer paso.

Taehyung deshace la distancia entre ambos y recorre con las palmas de sus manos los brazos de Jungkook hasta unirse en su nuca. Juega brevemente con los mechones de ese lugar ante la atenta mirada del pelinegro y entonces decide que no quiere esperar más. Se pone de puntillas y se encuentra con los labios de Jungkook, que hasta el momento solo se había dejado hacer. El menor siente que sus caderas son apresadas y pronto todo espacio entre sus cuerpos ha sido eliminado. Sus corazones laten desenfrenados, conscientes de que por fin son correspondidos.

El menor deja que Jungkook incorpore al juego a su lengua y explore más de su boca, mientras él también decide hacer lo mismo. Sus labios continúan conociéndose hasta que la falta de aire les obliga a tomar un descanso.

– Así que, ¿soy tu novio? –pregunta Taehyung, con la respiración aún un poco agitada.

El pelinegro tiene una sonrisa de oreja a oreja y el castaño no puede evitar acariciar sus mejillas.

– ¿Quieres serlo? – pregunta Jungkook, mientras disfruta del contacto–. Yo daría la vida por ser el tuyo.

– Entonces estamos en la misma página –responde el castaño–, porque claro que quiero ser tu novio –añade, sintiendo a sus orejas arder.

Jungkook le acaricia el cabello y, antes de dejar en un beso en su frente, susurra solo para él–. Taehyung, siento que, en este preciso momento, podría morir de felicidad.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora