01. La bufanda

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La gastada radio del local acompaña a la noche con una canción de La Piedra Amarilla, mientras los dos repartidores se concentran en lo suyo: llevar las cajas de pizza hacia las motos con las que las llevarían a sus destinos.

Un hombre regordete, dueño del negocio, les desea suerte y recuerda que deben hacer las entregas a tiempo. Los repartidores aceleran para no perder ni un segundo y no quedar atrapados en todos los interminables semáforos de la avenida que debían tomar para completar su ruta.

Mientras esperan el cambio de uno de los semáforos que no lograron evitar, ambos revisan sus tiempos en sus relojes de mano y, antes de arrancar, comparten una mirada de aprobación. Continúan con su carrera contra el tiempo hasta que uno de ellos toma un desvío y el otro continúa luchando por liberarse del típico tráfico de las grandes avenidas.

Mientras Jungkook espera un cambio de semáforo, no puede evitar sentirse nervioso, como si su alma le advirtiese de algo o conociese algo que, en esta vida, él recién va a conocer. Se siente diferente, pero no necesariamente extraño.

El bocinazo de una línea de bus que está detrás de él lo espabila. Pronto se atenúa un poco su nerviosismo, superado por la preocupación de haber perdido unos segundos. Acelera un poco más para pasar el semáforo por el que cruza una gran cantidad de estudiantes. Por unos segundos, una bufanda lila cubre su visión y un grito de susto lo recibe al abrir los ojos. Continúa en carrera, pero sabe muy bien que estuvo a punto de atropellar a alguien.

Por el espejo de la derecha, logra ver a un chico que, acalorado, se acomoda la bufanda y parece estar insultándolo. No importa que se haya salvado de una grande, no puede evitar sentirse algo vacío. Como si hubiese perdido algo importante.

Cruza las interminables luces públicas y siente que, con cada una que deja atrás, deja también una parte de sí mismo. A pesar de ello, no se detiene y continúa así hasta su último destino: un karaoke.

Luego de hablar con el encargado de la recepción, sube al segundo piso para acabar de una vez con su jornada. El pasadizo que divide las habitaciones en dos hileras está bañado por una luz fucsia, que le daba la sensación de estar dentro de un caramelo.

Se detiene un instante para observar las caricaturas dibujadas en las paredes y, tras encontrar la habitación 205, llama a la puerta. Un muchacho delgaducho lo recibe junto a la estrepitosa voz de sus amigos, que cantaban una canción de los nosequien y los nosecuantos. Después de recibir la paga, la mezcla de canciones que logra llegar a sus oídos lo despide.

Deja la moto en el garaje del negocio y, con el dolor empezando a esparcirse por todo su pecho, enciende su auto y, aunque se dirige hacia la casa de sus padres, siente que está yendo al encuentro de unos extraños.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora