34. Soledad

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Ni bien terminó de grabar dos canciones, Chanyeol, luego de indicarle que debía esperar en una pequeña, pero bastante elegante, salita, se retiró junto a Namjoon hacia otro ambiente, donde fueron recibidos por otras dos personas.

Jungkook se sentía inquieto, no solo por la inesperada presencia de Namjoon, sino también por lo que Chanyeol terminaría comunicándole. Estaba casi seguro de que sus padres, de alguna forma enterados de esta situación, porque a ellos nada se les escapa, habían encontrado la manera de llegar al pelirrojo para impedir cualquier futuro que él podría tener en esa disquera.

Sin embargo, una pequeña llama de esperanza se negaba a apagarse muy dentro de él. Debía ser una buena señal el que le hayan pedido que espere, trató de convencerse. Jungkook quería pensar que de no tener ninguna posibilidad le habrían enviado de inmediato a casa y le habrían dicho la típica frase que viene antes de una decepción "te llamaremos".

– Jungkook.

El pelinegro se puso de pie casi de manera automática cuando escuchó su nombre y pronto se encontró expuesto frente a cuatro personas, entre ellos, Chanyeol. Podía escucharse respirar con dificultad, así que trató de ocultar ese detalle tosiendo un poco.

– Bienvenido a la disquera –dijo sin más una mujer de aparentemente unos treinta años–. Chanyeol se quedará contigo para que puedan conversar un poco más sobre tu contrato. Si lo aceptas, por supuesto.

El resto lo felicitó extendiéndole una mano y, en cuestión de segundos, se encontró, nuevamente solo con el pelirrojo, esta vez sin la compañía de Namjoon.

– Parece que le has agrado a los socios –dijo Chanyeol, indicándole que se dirija hacia donde él previamente había ingresado junto a estos últimos.

Jungkook se detuvo y, cuando Chanyeol hizo lo mismo y lo miró, suspiró aliviado–. Gracias. Prometo no decepcionarlos –dijo, completamente seguro de que Chanyeol había entendido el verdadero sentido de sus palabras. No solo le agradecía por darle la oportunidad, sino por tal vez estarse echando encima a toda su familia, especialmente a su padre y quién sabe si a su hermano también.

– No hay de qué. Te lo mereces –el pelirrojo sonrió y le invitó a ingresar a la sala de reuniones.

Confiaba en Chanyeol y esperaba no equivocarse porque pensaba firmar ese contrato sin dudarlo

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Confiaba en Chanyeol y esperaba no equivocarse porque pensaba firmar ese contrato sin dudarlo. Al menos ahora, que era mayor de edad, podía hacerlo con total libertad. Antes sus padres habían tenido el poder de impedirle aceptar acuerdos, por muy buenos que fueran, pero esta vez no hubo nadie que pudiera evitarlo. Se sentía aliviado por ello. No obstante, también la sensación de soledad se había asentado en él.

Después de la reunión con Chanyeol, se había encontrado solo con su propia felicidad, por más extraño que sonara. Mientras caminaba en dirección al paradero de buses más cercano y reflexionaba sobre lo anterior, se sorprendió a sí mismo marcándole a Ji-Eun. 

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora