57. Felicidad

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La monotonía del hospital lo había mantenido alejado de la realidad que una vez creyó conocer, así que no está seguro de cuánto tiempo ha pasado. Le da una ojeada más al libro de turno y lo deja encima de otros tres que ya había terminado leer en las últimas semanas.

Era extraño, pero Namjoon comenzaba a acostumbrarse a todo el proceso que inevitablemente culminaría en su muerte. Después de todo, no había sido tan difícil. Había aceptado que, desde ese momento, le tocaba disfrutar de cada mínimo detalle al máximo y que la vida era demasiado corta para enfocarse solo en su, digamos, mala suerte. Ello no significaba que no le temiera al vacío que probablemente le espera. Le aterraba. No pensaba negarlo, pero de nada le servía quedarse estancado en ese temor.

– Así que esto es lo has estado haciendo en tus tiempos libres.

Seokjin está recostado en el marco del umbral de su habitación. No era la primera vez que se encontraban en esta situación. De hecho, era la tercera. La primera vez el mayor se había presentado de improvisto y bombardeado a Chanyeol de preguntas. Seokjin estaba hecho un manojo de nervios. No podía concebir la idea de que ya no podría volver a ver a Namjoon y hacer las cosas bien, y lo cierto era que no tenía que hacerlo... todavía.

– No puedo descuidar mi intelecto.

Ambos ríen. Seokjin se acerca y, acomodándose en una de las banquitas que está al lado de la cama en la que el moreno se encuentra sentado, toma el libro que acaba de ser abandonado.

– ¿En serio? ¿Un libro de romance adolescente? –El mayor abre una página aleatoria–. Recuérdame que debo traerte otro tipo de literatura.

Namjoon le dedica una sonrisa, no por el comentario del libro, sino porque realmente le alegra tenerlo a su lado.

– No llego ni a los treinta, Seokjin, todavía me considero un adolescente.

Esperaba algún comentario sarcástico de vuelta, pero solo recibió el silencio y cuando miró a Seokjin a la cara se percató de qué era lo que estaba sucediendo. El nombrado tenía los ojos luchando contra un mar de lágrimas que amenazaban con rodar por sus mejillas de un momento a otro. El ambiente cambió y Namjoon se sintió afligido. Había aceptado el proceso, pero ya lo había admitido, eso no significaba que haya dejado de temerle a su suerte.

– Perdóname –masculló Seokjin con la voz resquebrajándosele y, a pesar que el moreno le aseguró que no tenía por qué disculparse, él prosiguió–. Debí tratarte mejor. Amarte como merecías. Me odio tanto cuando el recuerdo de que desperdicié el tiempo me golpea como un balde de agua fría.

Namjoon procesa sus palabras. Le duele el corazón. Si pudiera, regresaría en el tiempo y él también haría las cosas bien. Empero, el universo no funcionaba así, al menos de acuerdo con sus limitados conocimientos al respecto.

– Pero ahora estamos aquí, ¿cierto? –acaricia la tersa piel de su mejilla, mientras Seokjin se seca las lágrimas con el borde de las mangas de su polera–. Amémonos como debemos hasta cuando se nos sea posible hacerlo.

– Encontrémonos en una siguiente vida. Prometo comenzar con el pie derecho –dice Seokjin con un atisbo de sonrisa en el rostro.

– Yo también prometo no cagarla –responde Namjoon, besando las manos del mayor, y Seokjin no puede contener la risa.

Un amor como el de Seokjin, pensó el moreno, sería breve, pero del bueno. Con ello en mente, disfrutó el resto del día con él y esperaba que fuesen muchos más.

Estaba negociando con Seokjin qué película debían elegir para pasar la noche, cuando un leve toquecito en la puerta llamó su atención

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Estaba negociando con Seokjin qué película debían elegir para pasar la noche, cuando un leve toquecito en la puerta llamó su atención.

– Los dejo solos. Iré a la cafetería –dijo Seokjin y, antes de que el visitante objetara, se adelantó–. No es ninguna molestia. No te preocupes.

Namjoon asintió asegurándole que estaba bien y Taehyung hizo lo mismo en señal de conformidad. El castaño se acercó y, como si no estuviesen en un tétrico hospital, conversaron sobre sus rutinas y un poco sobre los ocasionales chismes que surgían de la comunidad universitaria a la pertenecían o habían pertenecido, en el caso del moreno.

Cuando por fin llegaron al tema de Jungkook, Taehyung sonrió con tristeza–. Supongo que las cosas entre nosotros no pudieron ser.

– ¿Tú estás bien con eso? –preguntó Namjoon.

– Pues aún sigo aquí. Me imagino que en unos años esa historia terminará siendo una anécdota que algún momento solo me causará gracia.

Se quedaron en silencio por unos segundos.

– Solo... sé feliz, Taehyung.

Y Taehyung asintió, mostrándole la misma sonrisa bonita que hace mucho no veía.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora