El chico de la bufanda lila (taekook)

26. Tal vez

Las voces de Yoongi y Jimin lo reciben cuando ingresa al departamento. La discusión Nº293882745857 del mes entre ambos ahora es sobre quién malogró la cafetera y lo único que quiere hacer ahora Taehyung es dormir después de haber rendido su último examen del ciclo. Sin embargo, no se atreve a cruzar el pasillo y pasar de largo, porque sabe que ello no será tan simple, así que decide esperar a que uno de ellos llegue al límite y deje al otro. Solo así podría ingresar en paz.

– De verdad que eres un completo idiota –puede escuchar a Jimin y casi de inmediato lo imagina sujetándose el cabello con frustración mientras va de un lado a otro en la sala–. Estos últimos meses has intentado joderme la vida como ha de lugar. Cualquiera diría que eres un triste imbécil que no sabe cómo llamar la atención del niño que le gusta de otra forma.

Un breve silencio se instala en el ambiente, hasta que la voz de Yoongi llega a sus oídos, tan baja, que Taehyung tuvo que hacer un esfuerzo para escucharlo todo, pero estaba segurísimo de que Jimin sí había recibido el mensaje a la perfección.

– Pues sí, ¿sabes? Ese es el problema. Soy un pobre imbécil al que le gustas desde el primer día. Desde el primer puto día.

Yoongi irrumpe de repente en el pasillo y, sin dedicarle ni una sola mirada, se retira del departamento. Taehyung está a punto de decir algo, pero Jimin lo interrumpe tomando su abrigo y diciéndole que no lo espere, mientras toma sus llaves del recipiente ubicado sobre la mesita de la entrada.

No está seguro de cuánto tiempo ha pasado, pero al parecer ha dormido todo el día, porque las luces que ingresan por su ventana son las del alumbrado nocturno del edificio. Ni bien se había echado en la cama había quedado inconsciente y ahora tenía el brazo adormecido por haber recostado su cabeza ahí.

Todavía está mirando al vacío cuando el timbre y unos golpes en la puerta llegan a él. Se incorpora inmediatamente y busca el celular a tientas para enviarle un mensaje a sus compañeros de piso. Ni siquiera puede confiar en que los vecinos saldrán porque hace unos días se habían ido de vacaciones, así que trata de calmarse. Probablemente sea Yoongi, piensa, ya que no recuerda haberle visto tomar sus llaves, así que con este dato en mente se dirige hacia la puerta y se acerca a la mirilla.

Jungkook. Quiere convencerse de que está ahí, parado, frente a su departamento por Jimin, pero muy dentro de su corazón guarda la esperanza de que sea por él. Aunque sabe muy bien que no debería desear algo así, no debería ni por un solo segundo, y, con ese sentimiento de culpa, abre la puerta.

– Taehyung –la voz de Jungkook suena más ronca de lo normal y, por el color de sus mejillas, Taehyung lo adivina: Jungkook está ebrio, y no sabe cómo tomar esta situación, pero el chico no le da más tiempo para darle vueltas al asunto–. Yo... creo que estoy enamorado de ti. No, perdón, estoy seguro. Te quiero desde el primer día que te vi. Por favor, dime que tú también sientes lo mismo.

El pelinegro se acomoda un mechón que colgaba por su rostro y deja que Taehyung se pierda en sus ojos. ¿Qué debería responder? Mentiría si le dijera que no siente nada y quiere serle sincero, pero entonces el rostro de Namjoon pasa por su mente como una señal de advertencia.

– Por favor –murmura Jungkook, acortando la distancia entre ambos.

Tal vez sea momento de cortar todo esto y darse una oportunidad con él, a pesar de todo y todos. Tal vez, piensa nuevamente Taehyung.

– Jungkook, yo... –pero entonces Jungkook lo interrumpe recostándose en él, con el rostro escondido en su cuello. Su respiración es tranquilla y Taehyung sospecha que el pelinegro acaba de caer inconsciente. Se permite abrazarlo por unos segundos y, despertándolo un poco, lo lleva hacia el mueble de la sala, sin notar que unas escaleras más abajo Namjoon lo ha observado todo.