78. Epílogo

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La boda había sido un sueño magnífico para ambos, así como una oportunidad de reforzar lazos con sus familias y amistades. Taehyung y Jungkook habían disfrutado cada segundo de la fiesta y arrasado con la pista de baile, no porque fuesen excelentes bailarines, sino porque no habían parado desde el comienzo de la velada. Luego de unos días, después de la luna de miel, se habían visto en la obligación de regresar a casa y a la realidad del constante ajetreo de sus trabajos. Sin embargo, siempre procuraban reservar un tiempo para ambos juntos y separados, porque sí, Taehyung y Jungkook habían llegado al acuerdo de que, a pesar casados, cada uno debía tener un espacio personal. Ello, les había permitido preservar sus individualidades, además de adoptar otras costumbres como pareja.

Claro que las dificultades no habían faltado. Sus trabajos eran, en cierta medida, incompatibles. La prensa había perseguido a Taehyung con la finalidad de dar a conocer un poco sobre el misterioso esposo de Jungkook y eso le había generado algunos problemas al castaño, porque al trabajar para el Estado debía mantener al margen su vida privada. Eventualmente, las cosas se habían calmado y la curiosidad del público sobre él y cada detalle de su vida cedieron. Todavía debían lidiar con ciertas situaciones en espacios que creían privados, pero eran tan pocas que, en ocasiones, ambos simplemente dejaban de limitarse mucho en cuanto a los espacios que podían visitar. Eso había hecho que Taehyung pensara en otras posibilidades como expandir la familia, especialmente, luego de haber visto a Jungkook comportarse como todo un padre con Yeri, la hija de Jongin y su novio Kyungsoo, durante la temporada en que la tuvieron bajo su cuidado.

Taehyung debía admitir que no lo había deseado tanto hasta el primer fin de semana que compartieron los tres. El castaño había descubierto que el deseo cada vez más creciente de ser padre comenzaba a arderle en las entrañas. El problema era que no encontraba el momento adecuado para conversarlo con Jungkook. Aunque tal vez lo cierto era que temía descubrir que él no estaba en la misma página y arruinar lo que habían construido juntos por acelerar las cosas.

– Cariño, ¿pasa algo? –pregunta Jungkook, todavía adormecido por el sueño. Taehyung acaricia su rostro y niega, pero el pelinegro tiene la ligera sospecha de que algo no está siendo dicho–. ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Si esa no era su oportunidad de oro para poner el tema sobre la mesa, ¿cuándo llegaría otra? El castaño toma un respiro profundo y, cerrando los ojos, decide finalmente decirlo.

– Desde hace un tiempo, he querido hablar contigo sobre nosotros –comienza y, cuando nota que Jungkook ha empalidecido, aclara­–, sobre hacer crecer a la familia. Me gustaría dar ese siguiente paso contigo, pero entiendo si crees que es muy pronto. No te pido nada ahora, solo quiero que lo sepas y lo pienses un poco...

– Hey –Jungkook tiene una sonrisa tan brillante en el rostro que Taehyung se permite compararla con el sol en un día de verano–. No tengo que pensarlo, porque yo también quiero lo mismo. Realmente quiero ser padre contigo, Tae.

El castaño lo envuelve en un abrazo–. Te amo.

Cerca de medio año había pasado desde que Taehyung y Jungkook habían conocido a la pequeña persona que se convertiría en el tercer integrante de la familia

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Cerca de medio año había pasado desde que Taehyung y Jungkook habían conocido a la pequeña persona que se convertiría en el tercer integrante de la familia. Sin embargo, desde entonces, ninguno había recibido un correo sobre el proceso de adopción. Taehyung comenzaba a sentirse desanimado, no porque no quisiera continuar, sino porque temía que su solicitud fuese rechazada. Había oído de parejas que esperaban años para finalmente adoptar, así que sus esperanzas poco a poco empezaban a morir.

Empero, como su madre solía decir, las cosas más bonitas en la vida suelen ser las más inesperadas. Un sábado, en el que la rutina familiar no había sufrido ninguna alteración, recibieron una llamada. Taehyung no comprendió qué sucedía hasta que Jungkook comenzó a llorar de emoción. Así, en cuestión de semanas y unos cuantos viajes, Soobin, un bebé regordete de 8 meses, terminó por convertirse en una parte importante en sus vidas.

– Mi corazón podría estallar ahora mismo –dijo Taehyung, cuando la imagen de Jungkook con Soobin durmiendo en sus brazos lo recibió al ingresar a la habitación asignada al pequeño.

– Lo sé –responde Jungkook con una sonrisa en el rostro–. Somos guapísimos.

– Claro que sí –Taehyung abraza a Jungkook, cuando este recuesta a Soobin en su cama–. Mis guapos.

Debían admitir que la crianza no era fácil, pero la felicidad que aquel niño les traía y la seguridad de que se tendrían el uno al otro lo superaban todo

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora