28. Duda

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Se apoya con dificultad en su escritorio. De repente, le cuesta muchísimo respirar y el cuello de su camisa comienza a estorbarle. Se sujeta el pecho y, cerrando los ojos, cuenta hasta veinte unas tres veces. Cuando su respiración se regula, hace un esfuerzo para acercarse a su asiento y se tumba en él, sintiendo de pronto a sus piernas tan frágiles como la gelatina.

Le cuesta calmarse por completo después de la llamada de su médico. Hace un tiempo probablemente no le hubiera importado, empero ahora la sola idea de... le aterraba, porque sentía que tenía mucho que perder. Desde el comienzo tenía claro que esto podía suceder, pero una cosa era creerse preparado para determinada situación y otra muy diferente era realmente enfrentarla.

El cáncer, que le había fastidiado la existencia desde hace unos años, se había expandido a otros órganos y las posibilidades de seguir controlándolo eran tan bajas que se atrevería a decir que en realidad eran simplemente nulas.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano para controlarse, recoge sus cosas y se dirige hacia los ascensores. Necesita irse a casa, descansar, pensar con claridad y luego buscar una manera de informar a sus familiares sobre esa noticia. Sin embargo, debía admitir que lo que más ansiedad le generaba era la idea de tener que decirle todo esto a Taehyung. No quería que las cosas cambiaran entre ellos y era casi seguro que lo harían si esa nueva información era puesta sobre la mesa.

Estaba tan absorto en sus pensamientos, que no notó cuando Seokjin se detuvo a su lado.

– Hola.

Namjoon lo observa e inclina un poco la cabeza en señal de saludo. No está de humor para lidiar ahora con él.

– He oído de tu nuevo romance –se acomoda el saco, mientras suelta de manera casual esas palabras.

– Seokjin... –dice, tratando de evitar el tema.

Este último lo mira con dureza–. ¿Acaso no lo sabe? –Namjoom endurece los músculos de su quijada, contiéndase, y él sonríe con cierta malicia–. Claro que no.

El moreno ignora sus palabras, pero no logra evitar que comiencen a afectarle.

– Es un niño, Namjoom – Seokjin encuentra sus ojos y lo retiene. Si alguna vez vio afecto en ellos, ahora ya no puede encontrar ni las cenizas de este–. Cuando las cosas se pongan difíciles, no podrá lidiar con la presión y probablemente termine huyendo...

– ¿Cómo tú lo hiciste, Seokjin? –es la primera vez que su nombre en sus labios le deja una sensación de malestar–. Ni siquiera te molestes en responder. Adiós.

Ha tenido la última palabra, pero, al salir del ascensor, le queda claro una cosa: Seokjin había logrado su objetivo y sembrado en él la duda.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora