22. Disconformidad

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Sabe que no está siendo razonable, pero no puede evitar sentirse enojado ante lo que el médico le acaba de decir. No lo comprendía. Se sentía mejor, más lleno de energía estos últimos días. Quería gritarle al joven médico que lo miraba con extremada preocupación que él no estaba de acuerdo con lo que le estaba diciendo, que debía haber un error, porque su cuerpo sentía que le habían devuelto y no quitado la vitalidad.

– Namjoon, es necesario que probemos algo más fuerte antes de que... –Mark acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz, deslizándolos más cerca a sus ojos, y completó su oración–. Antes de que el cáncer se expanda de nuevo.

Generalmente no le interesaba, pero, en esta ocasión, se sentía inquieto e impaciente por mantener lo que sea que hasta el momento le había dado la falsa impresión de estar bien.

–Haz lo que consideres necesario ­–dijo, levantándose del asiento.

Mark se puso de pie también–. Así será.

Agendó la próxima cita y, para liberar la ansiedad que le había generado la cita de hoy, decidió, después de varios días, regresar al trabajo de manera presencial y usar su estudio para hacer lo que sea. Le hubiera gustado pasar ese tiempo con Taehyung, pero creía que aún no era adecuado decirle toda la verdad. No quería arruinar -todavía- aquello tan jovial y lleno de vida que tenían.

– ¿Puedo pasar? –Seokjin lo estaba observando desde el marco de la puerta de su estudio.

Namjoon asiente. Le duele aún verle, pero no como antes, cuando sin dudarlo habría aceptado cualquier propuesta o invitación que el mayor le hiciera. Seokjin lo mira nervioso, algo extraño en él, y Namjoon lo comprende. Tiene algo que decirle, pero el moreno ya no está para esos juegos, así que simplemente espera en silencio que sea Seokjin quien dé el primer paso para iniciar la conversación.

–Lo he dejado con mi marido. Ya no estamos juntos.

Namjoon se queda inmóvil. Se había preparado mentalmente para algún comentario que le volviera a dejar claro que todo entre ellos había quedado en el pasado, pero no para algo como lo que acababa de escuchar. Una pequeña y famélica llama se enciende en su pecho, lucha por crecer y arrasar con todo, pero Namjoon se lo impide. No porque Seokjin lo haya empujado lejos antes, sino porque se le había quedado grabado aquello que él mismo le había dicho el día que fue a buscarlo a su casa.

Debía vivir bien, al menos el tiempo que le quedara para ello. No quería volver a ser la sombra de alguien más, esconderse del resto ni amar en secreto. No quería contentarse con los restos de un matrimonio roto, cuando podía tener un amor nuevo con Taehyung.

– Ese no es mi asunto –dijo, volviéndose para mirarlo directamente a los ojos–. No más.

Hace unos meses, si Seokjin le hubiera mirado como ahora, Namjoon lo habría dejado todo para envolverlo entre sus brazos. No obstante, se sorprendió cuando esa necesidad nunca se presentó.

– Namjoon, sé que te he herido antes, pero...

– Seokjin, si no tienes algo más que decirme sobre el trabajo, creo que esta conversación ha terminado.

No esperó respuesta alguna: solo volvió a prestarle toda su atención al cuadro que tenía frente a él. Escuchó los pasos de Seokjin alejarse y no sintió ningún impulso de ir tras el mayor. Aquello que siempre los había mantenido unidos y les había impedido parar, hoy se había roto y Namjoon deseó que nunca volviese a reponerse.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora