63. Dejar ir

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– ¿Seguro que todo está en orden? –pregunta Seokjin.

– No tienes que preocuparte por todo –responde Namjoon, acariciando la mejilla del mayor–. Estoy bien –añade, con una sonrisa en el rostro.

Seokjin se esconde en el pecho del moreno, encontrando la calidez a la que, en cuestión de segundos, ya se había acostumbrado.

– Lo siento, no puedo evitar... sentirme así –el mayor murmura contra su pecho.

– Todo está bien –asegura Namjoon, apartando a Seokjin para poder mirarlo a los ojos–. Por ahora, no hay nada de qué preocuparse.

Seokjin asiente, toma una de sus manos e ingresan a la disquera de Chanyeol. Hoy celebrarían de manera privada el segundo aniversario de esta y, para ello, el pelirrojo se había encargado de mover cielo y tierra para encontrar un horario en el que todos lograran coincidir, al menos para esta pequeña reunión. La principal, que se llevaría a cabo ese mismo día en la noche, sería un evento público, orientado más a continuar posicionándose en la industria.

– ¡Heeeey! Ha llegado el más esperado de la fiesta –anuncia Jongin, cuando lo ve llegar junto a Seokjin–. Ha pasado un buen tiempo.

Namjoon estrecha su mano–. Lo mismo digo.

Los saludos continuaron y el moreno por unos minutos olvidó todo lo complicado en su vida. Con Seokjin a su lado, su familia y amigos, no importaba qué tan corta podía ser su estadía, solo podía concentrarse en lo feliz que en ese momento era y eso era suficiente. Tras un ligero apretón de manos del mayor, Namjoon dejó de divagar en sus pensamientos y volvió a la conversación.

La noche había llegado sin que ellos lo notaran, solo fueron conscientes de ello cuando el sonido de unas camionetas estacionando rompió su burbuja

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La noche había llegado sin que ellos lo notaran, solo fueron conscientes de ello cuando el sonido de unas camionetas estacionando rompió su burbuja. El personal que se encargaría de llevar a cabo el evento principal de hoy había comenzado a llegar y eso significaba solo una cosa. Evitar a Jungkook debía de dejar de ser posible esa noche.

Namjoon se excusó, salió del pequeño ambiente en el que se encontraban y se dirigió hacia el balcón que daba al estacionamiento. Ahí estaba Jungkook, junto a otras personas que suponía eran parte de su equipo. El camino hacia el pasadizo donde le daría el alcance le resultó bastante corto. En fin, era mejor así. Enmendar todo lo que consideraba había arruinado lo más pronto posible.

– Jungkook.

El pelinegro se detuvo y, luego de percatarse de quién era el que acababa de llamarlo, se acercó. Hizo una breve reverencia y esperó a que Namjoon dijese lo que tenía que decir.

– Te debo una disculpa apropiada –dice el moreno–. Lamento todo lo que mis acciones causaron.

Jungkook suspira y asiente–. ¿Cómo estás...?

– Mejor que en ese momento –responde Namjoon, con una sonrisa en el rostro–. Lamento también haberte puesto en una situación incómoda.

– No tiene importancia –suelta Jungkook, devolviéndole la sonrisa.

Antes de que Namjoon pueda añadir algo más, un chico de la edad del pelinegro los interrumpe para avisarle a este último que debía ya alistarse. Intercambian reverencias y el menor parte en dirección.

– Jungkook –este se detiene y observa confundido a Namjoon–. No le dejes ir.

Un manto de silencio los envuelve por unos segundos hasta que Jungkook sonríe y asiente.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora