64. Un sueño hecho realidad

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El tráfico es un asco, pero ni siquiera eso conseguía terminar de convencerle de que irse a un país completamente diferente seguía siendo una excelente idea. Era consciente de que era la oportunidad de su vida como artista, pero, por un motivo, su corazón no resultaba del todo convencido y Jungkook sabía exactamente cuál era ese motivo, que tenía nombre y apellido.

Cambia la dirección de su ruta y, antes de estar totalmente consciente de lo que está haciendo, se encuentra conduciendo en dirección al departamento de Taehyung. Se siente nervioso, como si fuera la primera vez que planeaba acercársele. Solo pensar en su rostro y la sonrisa bonita que siempre llevaba en este hacía que sus latidos retumbaran como tambores en pleno carnaval. Deseaba tanto verle que comenzaba a maldecirse por no haber ido tras él luego de que lo suyo con Ji-Eun había llegado a su final.

Estaciona a una cuadra de la entrada del edificio y camina en dirección a esta, pensando en lo que podría decir cuando lo tuviera nuevamente de frente. La risa de Taehyung lo devuelve a tierra. Lo ve caminar junto a Jimin, mientras se ríe de algo que probablemente el rubio ha dicho o hecho.

¿Era correcto volver a su vida, cuando sabía claramente que en unos días se iría a otro continente? ¿Volvería a complicarlo todo? Jungkook no tiene tiempo para encontrar las respuestas a sus interrogantes. Taehyung y Jimin se han detenido y, en ese preciso momento, lo miraban con una mezcla de confusión y diversión, esto último al menos de parte del rubio.

Aclara su garganta con un carraspeo y cruza el bloque que los separa–. Hola.

Jimin devuelve el saludo con una reverencia corta y Taehyung, tras unos segundos, hace lo mismo.

– ¿Qué haces aquí? –pregunta el castaño, mordiendo levemente su labio inferior.

– Vine a verte –responde, sin medir el alcance sus palabras, porque así era como realmente se sentía.

El silencio se acomoda entre ellos, pero Jimin se encarga de eliminarlo, tomando la bolsita que Taehyung llevaba en la mano–. Okay, Tae, podré sobrevivir solo esta noche. Los dejo –finaliza y, sin esperar una respuesta, se retira.

Jungkook observa a Taehyung con una ceja alzada, curioso por aquella ¿conversión?

– No preguntes –suelta el menor, mientras esconde las manos en los bolsillos de su chaqueta.

– No lo haré –dice Jungkook con una sonrisa socarrona, que provoca que Taehyung ponga los ojos en blanco.

El silencio nos envuelve por unos segundos. El pelinegro no puede evitar mirar al menor, no cuando lucía más hermoso que nunca. Las mejillas de este se tiñen rosa cuando se percata de ese detalle y Jungkook siente que las palmas de las manos le pican por el fuerte deseo de pasar sus yemas por la piel de Taehyung.

– Entonces, ¿está todo en orden... ahí? –pregunta el menor, desviando la mirada de su pecho a su rostro.

– Sí –responde Jungkook–. Yo estoy seguro de que solo te quiero a ti. Solo a ti.

– Yo también estoy seguro de que solo te quiero a ti –repite el castaño, bajando la cabeza, escondiendo el rubor de sus mejillas.

El pelinegro lo atrae por la quijada y siente que se le va el aliento. El chico que tiene adelante es increíblemente perfecto. Una obra de arte de la que podía disfrutar en ese momento y, con un poco de suerte, el resto de su vida.

– Eres increíblemente hermoso, Tae –dice, sin percatarse de que aquello no solo lo ha pensado y que, por primera vez, llamaba al menor de esa manera.

No recuerda claramente cómo, pero ha deshecho el espacio que los separaba. Puede sentir la respiración de Taehyung tan cerca, que desea robarle el aliento. Y así lo hace. Acuna el rostro del castaño y, con el nerviosismo de un primerizo, toma sus labios entre los suyos. Se siente embriagado de Taehyung. Le encanta la sensación, más de lo que debería. Lleva una mano a su cintura y lo pega un poco más a su cuerpo, como si aquello fuese posible. El menor sube con timidez por sus brazos y termina adueñándose de su cuello. De repente, la polera que tiene puesta comienza a sofocarlo, pero no le interesa. La electrizante sensación de sus lenguas entrando en contacto lo desconecta del mundo y lo lleva a un planeta donde solo Taehyung existe. Cuando la falta de oxígeno lo obliga a separarse, no puede concentrarse en otra cosa que no sea en la persona que tiene al frente.

Taehyung se recuesta en su pecho, aún tan cerca que puede sentir a su corazón latir desenfrenado como el suyo– ¿En serio debes irte?

Jungkook deja un beso en la frente del menor y, sintiéndose afligido, responde–. Sí –Taehyung asiente y susurra un "lo entiendo"–. Pero quiero estar contigo. Es egoísta, lo sé, pero si aceptas esto, yo te aseguro que daría la vida por hacerte feliz. Lo daría todo.

El castaño lo mira con ternura y Jungkook cree que podría derretirse ahí mismo, a pesar de que el invierno comenzaba a avecinarse.

– Creo que ya he dejado claro que quiero estar contigo –dice Taehyung, acariciando la nuca del pelinegro–. Deseo que el tiempo en el que debas estar lejos se vaya en un pestañeo.

– Yo también –responde Jungkook, escondiéndose en la curva del cuello del menor como si fuera un pequeño y seguro refugio–. Siento que estoy soñando.

Taehyung deja ir una risita–. Yo también.

Jungkook decide salir de su escondite y memorizar esa imagen del castaño: ruborizado, con el cabello ligeramente desordenado y los labios rosas–. Eres un sueño hecho realidad, Tae, el mejor de los sueños.

Nota: bueno, ya era hora de un taekook feliz 🤍

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Nota: bueno, ya era hora de un taekook feliz 🤍

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora