68. Dar el primer paso

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Se encontraban disfrutando de la increíble vista del mar, cuando la lluvia comenzó a caer sobre Seúl a cántaros. Jungkook se quitó el saco e inmediatamente lo puso sobre ambos, mientras corrían en dirección al auto del pelinegro. Ingresaron con la respiración agitada y, al verse empapados, no pudieron contener la risa.

Antes de poder detenerse, Taehyung se sorprende arreglando el cabello de Jungkook. El pelinegro nota el sonrojo intenso del menor y sonríe, tomando entre sus manos la de este–. Estás helado –dice, encendiendo la calefacción–. Si te parece bien, podemos ir a mi departamento para cambiar esta ropa húmeda. Está a unos minutos.

– Está bien –responde el castaño–. No quiero que nos resfriemos –añade con una sonrisa en el rostro que Jungkook devuelve con otra igual de radiante.

El departamento de Jungkook luce completamente impecable y la luz de un tímido sol que asoma entre las nubes entraba por las cortinas del ventanal de la sala, bañando el piso de un cálido color anaranjado

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El departamento de Jungkook luce completamente impecable y la luz de un tímido sol que asoma entre las nubes entraba por las cortinas del ventanal de la sala, bañando el piso de un cálido color anaranjado. Los pasos de Jungkook sacan a Taehyung de su ensueño. Le pelinegro lo toma de la mano y lo dirige por un pasillo hacia la última puerta que se encuentra en el lado derecho.

– Este es mi cuarto –indica Jungkook, ingresando a la pieza, que estaba llena de instrumentos musicales y partiduras–. Si quieres puedes tomar una ducha –comienza el mayor, buscando en un ropero empotrado dos toallas blancas y una muda completa de ropa–. Creo que esto puede servir.

Taehyung recibe las prendas y las toallas.

– Creo que optaré por la ducha –responde y Jungkook asiente–. Gracias.

– Bien. Yo haré lo mismo en el cuarto de Eunwoo.

Ambos se observan por unos segundos, hasta que Taehyung se ve obligado a dirigirse al baño del cuarto del pelinegro, porque sentía a sus mejillas arder vergonzosamente ante la idea de que Jungkook también estaría desnudo a tan solo unos metros de él. Se sentía completamente estúpido por reaccionar como un completo adolescente, pero comenzaba a costarle controlarse con él. Se había sorprendido con frecuencia queriendo más de Jungkook y no estaba seguro de si ello se debía enteramente a la inminente separación física. Su mente empezaba a verse atrapada en medio de un desorden hasta que el agua tibia cayendo sobre su cuerpo poco a poco lo liberó de tales preocupaciones.

No había encontrado una secadora, así que el castaño había optado por poner una de las toallas sobre sus hombros para evitar mojar la polera que Jungkook le había prestado y que, por cierto, era algo grande para él

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No había encontrado una secadora, así que el castaño había optado por poner una de las toallas sobre sus hombros para evitar mojar la polera que Jungkook le había prestado y que, por cierto, era algo grande para él. Salió del baño y, cuando sus ojos llegaron al armario, Taehyung tuvo que sostenerse de un repostero que, para su suerte, estaba a su lado. La imagen de Jungkook con gotas de agua rodando sobre su cuerpo desnudo, apenas cubierto con una toalla en sus caderas, que dejaba a plena vista una apetitosa espalda, había sido demasiado para él. Lo quería evitar a toda costa, pero le fue imposible toser un poco. Era totalmente vergonzoso, pero Taehyung había estado a punto de atorarse con su propia saliva.

Jungkook se volvió para mirarlo y sonrió. Taehyung. Lo maldijo mentalmente. Se sentía al borde del infarto, Jungkook salido de la ducha era algo con lo que sus ojos estaban embelesados, pero para su corazón y otros lados era demasiado.

– Perdón, olvidé llevar ropa para mí al otro baño –explica el mayor, arreglándose el cabello húmedo con una de las manos y sujetando con la otra una muda de ropa limpia.

– No te preocupes –se apresura a responder el castaño–. Yo ya había terminado.

– Ya veo –dice Jungkook y, antes de Taehyung vuelva a sus cinco sentidos, añade–. Ven aquí.

No está seguro de cómo, pero Taehyung había conseguido moverse y mantenerse de pie frente al mayor. Se siente increíblemente nervioso, pero ansioso por saber cuál sería el siguiente movimiento de Jungkook. Cuando este último comienza a secarle el cabello con la toalla que tenía en los hombros, no puede evitar sentirse un poco decepcionado y solo atina a agradecerle por el gesto.

– Me cambiaré en el baño –anuncia el pelinegro y, sin darle la oportunidad de alejarse un poco, Taehyung sostiene su brazo.

No mentiría. Se sentía avergonzado, pero emocionado a la vez. Por su mente había cruzado la idea de que él podía dar el siguiente paso si Jungkook no lo hacía y no la había rechazado. El mayor, frente a él, le mira algo preocupado. Cuando las mejillas de este se tiñen de rojo de rojo, Taehyung es plenamente consciente de lo que está haciendo. Ante la consciencia plena de sus acciones, sus caricias se detienen a medio camino, pero no se alejan de los brazos de lo mayor.

– Puedes tocarme cuando y donde quieras, Tae –dice Jungkook con la voz ronca–. Soy tuyo.

Con ello en mente, Taehyung lo atrae a sí, rodeando el cuello del contrario. Sin rodeos, se abre paso entre los labios del pelinegro, que, sin perder el tiempo, también busca hundirse en su boca. Siente cómo Jungkook recorre su cuerpo debajo de la ropa y Taehyung es consciente de que también está haciendo lo mismo. Los dedos del castaño comienzan a jugar con la toalla que cubre la desnudez de Jungkook. Entre jadeos, este se aparta un poco y recuesta su frente sobre la otra.

– Si seguimos por ahí, me costará detenerme, Tae –murmura el mayor, embriagando más al castaño con su tono ronco.

– No pienso pedirte que hagas eso –confiesa, mirándole a los ojos–. Yo realmente deseo esto, pero si tú...

– Yo también lo deseo –aclara Jungkook.

Esas palabras le dan la valentía para reiniciar el beso, que pronto se vuelve insuficiente. El calor, causado por las caricias de Jungkook sobre su piel y el sonido de sus labios chocando, comienza a viajar hacia su entrepierna: una situación no muy distinta a la del pelinegro. Su excitación aumenta, a pesar de creerlo imposible, cuando ambos se exploran en lo más íntimo, y llega a un nivel indescriptible, cuando finalmente se conectan. El sonido de sus caderas chocando, el rechinar de la cama y el peso de Jungkook sobre su cuerpo generan sensaciones increíbles en Taehyung, sensaciones que nunca en su vida había sentido y eso hace que su corazón se acelere aún más. Entre gemidos y besos húmedos, ambos se dejan caer uno al lado del otro. Taehyung, sintiéndose algo vacío sin Jungkook dentro de él, busca su cercanía y el mayor, con la misma sensación en el cuerpo, lo abraza y deja unos cuantos besos sobre su frente.

– No quiero separarme de ti –confiesa, escondiendo el rostro en el pecho del otro.

– Yo tampoco, menos ahora –dice Jungkook y Taehyung no logra contener una risita–. Te amo.

– Te amo –responde el castaño–. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Jungkook –añade y deja un besito en la mejilla del pelinegro, cuando por tales palabras este, a pesar de todo lo que acaban de hacer, se sonroja.

El chico de la bufanda lila (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora