Capítulo 50

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A los minutos Diana se despierta. Ve a Thomas a su lado y a Schneider sentado mirando el suelo. Ella se sienta.

—Por favor no me digan que estuve roncando

—De milagro no —Thomas también se sienta—

—Esos ronquidos de Diana si que hubieran hecho resucitar a unos cuantos

Los tres ríen. Diana mira la tumba.

—Mejor es irnos, ya hemos interrumpido bastante del descanso eterno de varios de aquí... Luego nos van a halar los pies al dormir

—Diana cállate —Thomas se levanta—

Schneider ríe.

—¿No me digas que eres cobarde?

—Si, le tiene miedo a las cosas paranormales y temas de fantasmas

Schneider ríe más fuerte.

—No te burles, si tú le tienes terror las alturas

—Al menos es un terror de algo real, no de un fantasma... ¿Que te puede hacer un muerto?

—Empujarte desde las alturas

Los tres ríen. Diana mira otra vez la lápida.

—Miren este hombre se llamaba Thomas —Trata de leer lo demás, pero al estar tan gastado no puede— Creo que lo otro es una H... Tal vez era Thomas Hermann

—Diana por favor —Schneider se aparta y sigue caminando—

Thomas ríe.

—Aunque lo niegue también le da miedo —Ve a Schneider yéndose rápidamente—

Diana toca la lápida.

—Disculpa por interrumpir tu descanso, espero no te haya molestado nuestra compañía —Luego se acerca a Thomas—

Ambos van caminando de regreso a la tumba de Ray. Se detienen. Thomas escucha a Diana suspirar triste.

—Veinte años y me sigue doliendo igual que el primer día... Aunque haya seguido con mi vida y reprimí todo ese dolor, cada recuerdo hace que esas heridas se vuelvan a abrir... Extraño tanto su sonrisa, su voz, el brillo en su mirada... Esos detalles que me llenaban y pocas veces valoré porque pensaba que él siempre estaría conmigo y ahora solo son parte de mis recuerdos —Llora un poco—

Thomas la abraza. Diana da un beso en su mano y lo coloca en la tumba.

—Adiós, mi amor... Sigue descansando, algún día nos volveremos a ver —Se seca las lágrimas—

Ambos siguen caminando hacia la salida.

—¿Dónde está Chris? —Pregunta Diana—

De momento Thomas siente que alguien lo hala de la pierna. Él da un salto y grita tan fuerte que retumba en todo el lugar. Diana y Thomas escuchan a Schneider reír a carcajadas y lo ven arrodillado, escondido por el lado de una tumba.

—¡Te juro que te iba a patear la cara!

Diana y Schneider se ríen a carcajadas. Thomas inhala y exhala para calmar el susto. Schneider se seca las lágrimas.

—¿Me pueden ayudar a levantarme? —Sigue riéndose—

—Estás tan viejo que ya no puedes con tu vida —Thomas le da la mano—

Schneider se sostiene y se levanta.

—En dos meses son cincuenta y cinco años... Ya mis huesos no son como antes

Warrior LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora