ARABELLA
—¿Podrías tomarte un momento para relajarte? Por favor, Bella, eres la mascota de un profesor y él ni siquiera está aquí —resopló Draco, apoyando la cabeza en la palma de su mano y sosteniéndola por el codo.
—Quizás podríamos salir de esta detención más rápido si colaboraras, en lugar de quedarte ahí sin hacer nada —repliqué, limpiando el polvo de los libros viejos.
—Tienes una varita por algo —murmuró, mirándome con aburrimiento.
—Si hubieras prestado atención, sabrías que nuestras varitas son inútiles aquí. Slughorn encantó la habitación antes de irse, idiota —respondí con sarcasmo.
Caminé hacia el frente de la habitación, recogiendo los ingredientes dispersos por los escritorios de los estudiantes de primer año. Draco soltó un bostezo y rodó los ojos, observando de cerca mis acciones.
—Perdón por tener cosas más importantes en la cabeza. ¿Tengo cara de elfo doméstico? —se quejó.
—¿Entonces prefieres quedarte ahí y verme hacer todo el trabajo? Además, en parte eres responsable de que estemos detenidos. —Deseché los ingredientes y crucé los brazos, esperando su respuesta.
—Estoy disfrutando la vista, la verdad sea dicha. —Los ojos de Draco recorrieron mi figura, se pasó la lengua por el labio inferior y esbozó una sonrisa.
—Bastardo.
Recogí los libros del escritorio de Slughorn. Había alrededor de diez, tan pesados que apenas podía cargarlos. Draco simplemente me miró luchar, casi encontrándolo divertido.
Fruncí las cejas mientras lo observaba desde el centro de la habitación.
—¿Puedes ayudarme?
—No.
—Bien. —Caminé con precaución hacia él, luchando por ver mis pies entre los libros que obstruían mi camino. Apoyé mi barbilla en la parte superior del libro de texto principal y soplé mi cabello suelto lejos de mi rostro.
Una vez frente a Draco, dejé caer los libros sobre la mesa frente a él, algunos se derrumbaron debido a mi torpeza.
Mi rostro se enrojeció, segura de que adquirió un tono rosado, mis dedos adoloridos por sostener el peso pesado, mientras Draco permanecía sentado sin una mota de polvo sobre él.
—No has dicho "por favor" ni una vez. —Draco tomó uno de los libros y lo hojeó, ignorándome mientras estaba frente a él—. Te vendría bien un poco de poción calmante. —Sonrió sarcásticamente, empujándome el libro de texto hacia mí, señalando la página con las instrucciones para la poción.
—Tienes suerte de que mi varita no funcione. —Fruncí el ceño, cerrando el libro con fuerza.
—Oh, ¿eso es una amenaza? —Sonrió, se acercó y agarró mi muñeca, atrayéndome hacia él para que quedara entre sus piernas.
Las separó mientras se sentaba para acomodarse, ya no necesitaba mirar hacia arriba; estábamos a la misma altura visual.
Crucé los brazos, enfocándome en la puerta, tratando de evitar su intensa mirada. Intenté moverme hacia atrás, pero él extendió sus brazos a cada lado de mí, impidiendo mi escape.
—No te pongas así, Bella —susurró, sus labios rozando la piel de mi cuello, apartando los mechones de cabello que lo cubrían—. Solo estoy jugando. —Su aliento cálido me hizo cosquillas en la piel, mientras dejaba suaves besos alrededor de mi garganta.
—Eres exasperante —murmuré, tratando de ignorar el escalofrío que recorría mis brazos.
—Mhm —tarareó, alzando la mano para apartar mi cabello y deslizando sus dedos por el costado de mi cuello, soltando un suspiro profundo—. Y tú eres hermosa —dijo, su voz apenas audible, con un toque de rudeza en su tono.
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Desnudos | Draco Malfoy
Hayran KurguArabella Roseberry, una joven expulsada de la prestigiosa escuela de magia Beauxbatons, se enfrenta a un futuro incierto. Sin embargo, está decidida a no dejar que nada se interponga en su camino. Todo cambia cuando se cruza en su camino el misterio...