Enamorarse jamás había estado en los planes de Mia, pero todo eso cambió el día en que conoció al niño con la peculiar cicatriz de la que sus padres siempre le habían hablado. Harry jamás imaginó que una de sus mejores amigas sentiría lo mismo que é...
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Aún nos encontrábamos en el hogar de la familia Tonks. Había charlado un buen rato con Andrómeda y su esposo, Ted, quien también era mi padrino.
Anocheció bastante rápido, así que la pareja nos ofreció quedarnos esa noche.
Aunque Sirius y Connor aseguraron que no sería necesario, Ted insistió en que solo sería una noche y que no era ninguna molestia.
Agradecí a Merlín que no habíamos dejado nuestros baúles a cargo de la familia Weasley, por lo que no fue necesario utilizar ropa prestada.
─...Y esta foto fue tomada en nuestro quinto año; el año en que Amelia y Richard se hicieron novios.─ dijo mi madrina, señalando una de las fotos de un álbum.
En la foto, mi madre y Andrómeda reían y mi madre miraba a su mejor amiga.
Sonreí y noté como Sarah bajaba por las escaleras de la casa, acompañada de Tonks. Harry y Sirius se encontraban en la cocina, ayudando a Ted a preparar la cena.
Sarah se sentó a mi lado y acaricié su cabello suavemente, Andrómeda notó ese gesto y le preguntó a la rubia:─¿En que casa de Hogwarts estás, linda?
─Soy una Gryffindor, pero el sombrero quiso colocarme en Ravenclaw.
Andrómeda asintió, comprendiendo y yo le sonreí a Sarah, que caminó hasta la cocina, pinchando la costilla de Harry, que saltó asustado. Reí al ver la reacción de mi novio y giré para continuar husmeando el álbum de fotos que se encontraba en mis piernas.
Una foto captó mi atención y sentí que mi corazón se derretía.
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La tía Andie, como me había pedido que la llamara, notó mi expresión y dijo:─Son tú y tu madre. La tomé el día del cumpleaños número 9 de Connor.
Sonreí y rápidamente limpié las lágrimas que caían por mis mejillas.
