Enamorarse jamás había estado en los planes de Mia, pero todo eso cambió el día en que conoció al niño con la peculiar cicatriz de la que sus padres siempre le habían hablado. Harry jamás imaginó que una de sus mejores amigas sentiría lo mismo que é...
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Expelliarmus. Con un hechizo simple, terminó. La segunda Guerra Mágica habia llegado a su fin, Voldemort estaba muerto, y Harry estaba victorioso en el medio del Comedor. Hubo un momento de silencio, entonces el tumulto comenzó. Gritos y celebración de los sobrevivientes de la Guerra de Hogwarts llenaron el aire. Los rayos del sol atravesaban las ventanas rotas. Una nueva era de paz comenzaba.
Ron y Hermione fueron los primeros en alcanzarlo, y sus brazos lo rodearon. Entonces, fueron Neville, Luna, los Weasleys, Hagrid, Kingsley, Ojo Loco, Mcgonagall, Flitwick, Sprout... manos desconocidas lo tomaron, tiraron de él, intentaron abrazarlo. Cientos de acercaron, todos determinados a tocar al chico que Vivió, la razón por la que todo había terminado. Pero los ojos de Harry viajaron y su cabeza giró. De todos los rostros que lo rodeaban, no pudo encontrar aquella del que anhelaba su compañía.
El miedo lo aplastó. ¿Se perdió de algo? ¿Había estado tan concentrado en el duelo entre Bellatrix y la señora Weasley? ¿Tan concentrado en la mayor seguidora de Voldemort y el propio Voldemort que no notó nada más?
Rápidamente encontró a Ginny entre la horda de celebración y tiró de su manga—Ginny—dijo, y ella se le giró con una sonrisa brillante que contrastaba con las lágrimas secas en sus mejillas—. Ginny ¿viste a Mia?
Sus labios se fruncieron, al igual que su frente, y negó —. Creí que estaba contigo, o Ron y Hermione.
Sus rodillas temblaron. Tomó un paso adelante para recuperar el balance. Entonces, escuchó una voz tras él —¿Harry?
Y ahí estaba ella. Con pequeños rasguños en su rostro, sus ojos llenos de lágrimas y una sonrisa surcando sus labios.
Sin dudarlo dos veces caminó rápidamente hasta Mia y la envolvió en sus brazos, sintiendo como su alma volvía a su cuerpo.
—Estamos bien, cielo—le susurró ella al oído al escuchar como sollozaba—, estamos bien.
Se mantuvieron varios segundos en esa posición disfrutando de su mutua compañía y sin importarles su alrededor. Harry sintió el impulso de separarse y tomar las mejillas de ella en sus manos.
—Te amo, Mia Jones. Te amo con cada fibra de mi corazón. Amo tus ojos, tus labios, tu sonrisa; amo la manera en que haces que alguien vuelva a la vida con un simple abrazo. Pasar tanto tiempo separados me enseñó que no puedo estar lejos de ti. Y sí, te terminé ese día en la Madriguera, y no tengo ninguna duda de que fue el peor día de mi vida.
》Te quiero a mi lado por el resto de mi vida; quiero verte en unos años y que me des la razón al decir que somos almas gemelas, quiero que mis hijos tengan tu apellido y quiero que mi vida sea la tuya. Sólo tenemos 17 años y me importa un carajo, así que por favor, Mia. Cásate conmigo.
A este punto la rubia se encontraba llorando desconsoladamente, amaba a Harry con todo su corazón.
—No hoy, no mañana y tampoco este año, puede ser cuando tú quieras, pero cásate conmigo, por favor. Sí me haces esperar 5 años no me importara porque solo quiero una vida contigo...
Ella no dudó dos veces y asintió con la cabeza, haciendo que su novio sonriera a lo grande. La tomó en un abrazo y la levantó un poco.
Sin embargo, mientras se abrazaban, Mia recapacitó.
—¡ESTÁS VIVO!
Todos la miraron extrañados.
—¿No te habías dado cuenta? Dudo que un muerto pueda proponerte matrimon...—el azabache fue interrumpido por un golpe de su novia, que le dolió—¡AUCH!
—La próxima vez que hagas algo parecido te asesino, Harry James—le amenazó ella, haciéndolo reír.
La envolvió nuevamente en un abrazo y besó su cabeza.
Hermione y Ron caminaron hasta ellos, sonriéndole a la pareja. Al verlos, Mia les hizo una seña para moverse hasta el puente por el que antes habían entrado los mortífagos.
—¿Terminó, cierto?—preguntó el pelirrojo.
—Así es—le respondió Hermione.
Harry sostenía las manos de la castaña y de la rubia, mientras que Ron abrazaba a Isabelle por los hombros. Se instalaron en un silencio cómodo y tranquilo, sintiendo paz por primera vez en meses.
—¿Qué harás con eso?—le preguntó Mia a Harry al verlo jugando con la varita de Sauco.
Él, sin responder, tomó ambos extremos de la varita y, haciendo un esfuerzo, la quebró. Ron y Hermione abrieron sus bocas de par en par al ver como lanzaba ambos trozos por el vacío que se encontraba al lado del puente e Isabelle, con sutileza, empujó las bocas de ambos hacia arriba, haciendo que éstas se cerraran.
—¡Harry! ¡Rubia!—la voz de Sarah los hizo girarse. Apenas tuvieron tiempo cuando la rubia se les había lanzado encima.
Ambos hicieron un esfuerzo por no caer al suelo. No sabían en que momento había llegado, pero estaban felices de tener a su pequeña cerca.
—¡Me alegro que estén bien—exclamó. Se separó de ellos y les dirigió una enorme sonrisa—, me asusté demasiado cuando escuché que habías muerto.
—Las teorías de Ginny fueron ciertas—se burló Izzy. Harry rodó los ojos pero sonreía. Alargó una mano y tomando la barbilla de Annie con delicadeza, besó sus labios. Aquellos que creyó que nunca volvería a besar.
Ambos sonrieron cuando se separaron. Sarah, ignorando el beso, les sonreía brillantemente. Harry la miró y alargó una mano, pasando un mechón de cabello rubio detrás de la oreja de la pequeña.
—¿Ya podemos ser una familia?—inquirió ella. Ambos le sonrieron, con los corazones enternecidos.
—Podemos serlo—asintieron. El sol brillaba de nuevo sobre Hogwarts, las heridas aún estaban abiertas, pero pronto sanarían.
