2 de mayo, 2001.
Cada año dolía más.
Era casi imposible hacer que aquel dolor se fuera del pecho de cada uno de los que estuvieron implicados en la Batalla de Hogwarts.
Mia y Harry se mantenían cercanos el uno al otro, y ese año no había sido la excepción.
Eran las 2:00 am cuando Mia sintió que aquellas manos que siempre se encontraban en su cintura ya no estaban. Ante la lejanía de su esposo, decidió levantarse.
Caminó en silencio hasta la sala de estar, encontrando a Harry sentado al lado de la chimenea. Le recordó a aquellas noches de su 5to año en la sala común de Gryffindor. Aquellas charlas en las que abrían sus almas el uno con el otro. Eran momentos que ninguno de los dos olvidaría.
-¿Puedo sentarme?-preguntó la rubia en voz baja. Con los años (y con algunos meses de terapia), aprendió que la mejor forma de ayudar a su esposo, muchas veces, era dejándolo decidir si recibir ayuda o no. Y aunque Izzy esperaba una respuesta negativa, se sorprendió al ver como Harry le ofrecía su mano para que tomara asiento a su lado.
Ella no hizo caso omiso y colocó sus piernas una encima de la otra. Observó a James con detenimiento y pudo notar sus ojeras, que solían aparecer durante esas mismas épocas.
-¿Puedes abrazarme, por favor?-le pidió el azabache a su esposa en una voz baja y casi inaudible. Ella no dudó dos segundos y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, causando que él se inclinara hasta quedar con la cabeza en el hueco entre su hombro y cuello.
Estuvieron en silencio unos minutos hasta que Harry decidió romperlo:-Te amo, perdóname por haberte hecho pasar por tantas cosas.
Mia lo tomó por los hombros, logrando que se separara un poco de ella y que la mirara a los ojos. Tomó la barbilla de él entre sus manos para que no le quitara la mirada de encima.
-No tienes porqué pedirme perdón, cielo. Yo decidí quedarme a tu lado porque te amo, y seguiré quedándome aquí. Nunca fue culpa tuya.
Los ojos de Harry estaban cristalizados e Izzy, al notarlo, decidió unir sus labios en un tierno beso con sabor a lágrimas y a amor puro.
Al separarse, le susurró:-Deberíamos ir a dormir de nuevo ¿si?
Él asintió con la cabeza y se puso de pie, para luego ofrecerle su mano y ayudarla a ponerse de pie. Se miraron fijamente unos segundos, que parecieron horas, en donde se hicieron saber el uno al otro que se amaban incondicionalmente.
Se tomaron de la mano y caminaron hasta la habitación que ambos compartían. Mia se sentó sobre la cama mientras que Harry se quitaba el suéter que cubría su cuerpo, debajo tenía una camiseta blanca deportiva.
El azabache caminó hasta la cama y tomó a su esposa por la cintura, para acercarla a él lo más posible. Ella colocó su cabeza sobre su pecho sintiendo el latido compasivo de su corazón.
-Todo va a estar bien, amor-murmuró ella, para luego quedarse dormida en los brazos de su pareja.
Sin embargo, un grito hizo que Mia se despertara. Pero, lo extraño, es que no se despertó en su habitación, mucho menos al lado de Harry. Se encontraba en una habitación completamente oscura, lo único que podía ver era la puerta de la sala común de Gryffindor, pero la señora gorda tampoco estaba ahí. Decidió levantarse con miedo y caminó hasta aquella puerta.
Al salir, sintió que su alma salía de su cuerpo. Vió como sangre volaba de un lado a otro, los mortífagos estaban acabando con todos.
-¡MIA, AYUDA!-gritó Hermione. La rubia corrió lo más rápido que pudo hasta llegar al pasillo de la sala de menesteres.
Ahí pudo ver como Greyback, sin ningún tipo de piedad, lanzaba a su mejor amiga por el ventanal frente a él. El mundo de Mia se vino abajo, pero al ver como el hombre lobo giraba para ir trás ella, corrió como si no hubiese un mañana. Bajó por las escaleras y en medio de un tropiezo, rodó por éstas; cayó a los pies de la misma y tosió mientras trataba de recuperarse y levantarse; a duras penas logró ponerse de pie, pero su instinto le pidió que continuara corriendo.
A veces, es mejor no escuchar a nuestro instinto.
La rubia llegó hasta la esquina del Gran Comedor, donde observó a Draco combatiendo en duelo contra su padre. Algo iba a salir mal.
-¡MIA, CORRE!-le gritó el rubio a su amiga, pero al descuidarse, la maldición asesina que lanzó su padre le dio directamente en el pecho, acabando con la vida de Draco Malfoy. Esta vez, se permitió gritar y llorar fuertemente. Corrió hasta el cuerpo inerte de su amigo. Sintió que su corazón caía al suelo.
Pero lo que más le llamó la atención fue aquel grito desgarrador proveniente del patio. Todos estaban ahí.
-¡HARRY POTTER ESTÁ MUERTO!-gritó Voldemort. Harry, al instante, saltó del regazo de Hagrid y corrió hasta los brazos de Mia, pero Voldemort fue más rápido y lanzó una maldición asesina que acabó con la vida de su amado.
-¡HARRY! ¡NO!-gritaba la rubia.
El azabache no sabía que hacer para despertarla de su profunda pesadilla.
-¡Mia, mi amor! ¡Es un sueño, todo es falso!-le decía él en murmuros mientras la movía por los hombros. Los ojos de la rubia se abrieron llenos de lágrimas y consternados.
-¡Estás muerto, por mi culpa!-sollozaba ella, fuertemente-¡Hermione y Draco también!
Harry entendió que la pesadilla había sido sobre la Batalla de Hogwarts y decidió enviar un patronus a sus amigos, sin importar que fueran las 04:00 am.
-Amor, mírame-murmuró Harry mientras levantaba la barbilla de su esposa con los dedos-. Estoy bien, estamos a salvo, todos. No hay nada de que temer.
-Herms murió y...yo no pude hacer n-nada para impedirlo-lloró la rubia. Estaba desesperada.
A los pocos minutos, Hermione entró por la chimenea, aún estaba con su pijama puesta. Caminó hasta su amiga que lloraba desconsoladamente y con cuidado, apartó su cabeza del cuello de Harry y la colocó sobre el suyo.
-Estoy bien, Izzy. No me pasó nada, todos estamos a salvo. Ron, Harry, Sarah, Connor. Todos.
Logró calmarse un poco, sin embargo, continuaba repitiendo el nombre de Draco en voz baja. El rubio llegó justo cuando ella había comenzado a llorar nuevamente.
Le dolió ver a su amiga en aquel estado, sólo por él.
-Isabelle-le murmuró el rubio a su amiga que lloraba desconsoladamente-, estoy bien. Todos estamos bien.
-Y-yo...no pude salvarte...-sollozó ella. Draco sintió el dolor en su voz; cargar con aquellos traumas era tan fuerte.
-Izzy, sí lo hiciste. Tú me salvaste, ustedes me salvaron-la consoló-. Gracias a ustedes voy a tener mi propia familia.
Los ojos de Mia se abrieron de par en par, llenos de lágrimas.
-Heather está embarazada-le sonrió el rubio a los presentes.
Y aunque el momento no era el correcto, Mia sonrió de oreja a oreja mientras más lágrimas caían. No eran lágrimas de culpa, ni de tristeza. Eran lágrimas de felicidad. Sus sollozos interrumpieron el abrazo de Hermione y Draco. El rubio y Harry giraron y sonrieron al ver como Mia tenía una sonrisa en su rostro, a pesar de estar llorando.
-E-estoy tan feliz p-por u-ustedes...-sollozó ella. Su corazón rebosaba de felicidad.
-Una vez te prometí que íbamos a estar bien y créeme que hice todo lo que pude para cumplir mi promesa, rubia-le dijo Draco a Mia.
-Estamos bien.
☆
AUTHOR'S NOTE:
OFICIALMENTE, DOY POR
INICIADA LA TERCERA GENERACIÓN
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I JUST WANNA BE YOURS | Harry James Potter |
FanfictionEnamorarse jamás había estado en los planes de Mia, pero todo eso cambió el día en que conoció al niño con la peculiar cicatriz de la que sus padres siempre le habían hablado. Harry jamás imaginó que una de sus mejores amigas sentiría lo mismo que é...