Capítulo 17:

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Maratón 3/3

Pía Melina.
Tres semanas después.

Me niego a levantarme soportando aún el cansancio de la salida de ayer donde la dulce y aburrida parejita no hacía más que besuquearse delante de mis narices.

Abro los ojos cubriendo mis labios encontrándome con la mirada juguetona de Moffy que sin contemplación en ladrar moviendo su cola desesperado demostrando las ganitas que tiene de joder desde ya temprano.

—Hasta que no me lave y desayune no te sacaré así que no pongas esa cara.

Se indigna de tal manera que termina dándome la espalda y caminando en dirección a la puerta con su cabeza en alto.

«Dramático»

Sonrió centrándome en la ventana de mi alcoba queriendo estrellar mi cabeza contra el cristal del agotamiento.

Enrollo mi bata aún en mi anatomía casi gateando hacia el baño con mis ojos cerrados por completo. Mi cabeza se estrella contra la puerta sintiendo el dolor y las maldiciones que suelo a los mil cuatro vientos por mi estupidez.

—¡Virgen de Carcazo menudo golpetazo!

Escucho las carcajadas de la rubia y la castaña que para mi suerte ahora se llevan la mar de bien mezclándose junto al delicioso olor a desayuno que hace gruñir mi estómago con maldad.

—¡Dios que hambre!

Apretujo mi estómago entrando al baño de mala gana con mi boca deseando lanzarse de lleno a los croissants que Darla prometió cocinaría para nosotros hoy.

Lavo mi boca con mi cuerpo dentro de la bañera ejecutando ambas cosas en conjunto para terminar mucho mas rápido.

«Tengo mucha hambre»

Admiro el reloj que continúa en mi mano perpetuando en mi cabeza la hora exacta.

11:30 AM.

Suelto un estrepitoso suspiro de resignación por el agotamiento que presentan mis músculos acabando lo más rápido posible mi tarea secando mi cuerpo con algunos bostezos que recuerdan mi cansancio.

—¡Pia ya está el desayuno!

Valeria golpea la puerta de mi habitación decantándome por unos jeans y una camisa de cuadros con tirantes. Ato mi cabello en un moño alto caminando hacia la sala a toda prisa con la correa de Moffy entre mis manos.

—Buenos días a todos.

Llamo la atención de la cursie parejita junto a Valeria dirigiendo su mirada en mi dirección con una maliciosa sonrisita.

—¿Como despertó la bella durmiente?

Tomó asiento en la encimera del bar disfrutando de los manjares que agarró de una ignorando las protestas de Ethan.

—¡Oye!

—Me lo deben por lo de ayer.

Se cruza de brazos como un niño pequeño.

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