Capítulo 60:

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Pía Melina.
Un mes después.

Extrañar menos a una persona no siempre significa que se la superado del todo.

Tampoco esta el hecho de pensar que por mas apartada que estes de esa persona tu mente ni traerá recuerdos ya vividos, al menos es fácil deducir el hecho de que cuando pierdes a alguien que amas te desmoronas, lo haces al darte cuenta de que no volverás a vivir nada junto a ella; sin embargo, nada es compara al simple instante en que revives cada segundo en tu mente.

Nos gustaría creer que con solo permanecer sin ningún tipo de contacto con alguien a quien tu corazón prácticamente le pertenezca todo sería más que sencillo. Aun así, incluso los adictos a la heroína, mientras más tiempo pasan tratando de limpiarse peor se sienten. Los síntomas de su abstinencia son una de las peores batallas donde los mareos, los vómitos, las alucinaciones y las sudoraciones son inevitables. Nunca dije que alejarse de algo tóxico e insano, que para tu corazón te hace bien, pero en realidad para tu cuerpo es un castigo que te va matando en silencio poco a poco es una de las mejores decisiones que tomas. La verdad es que toda decisión que te esmeras en que halla sido la mejor se puede convertir en tu pesadilla cuando lo tienes marcado en ti.

Estar alejada del castaño no se siente bien, mucho menos cuando en lo único que mi mente piensa es en sí estará bien o si ya se habrá muerto de un coma etílico. Lo conozco lo suficiente para saber cuán capaz es de estar bebiéndose una licorera entera, o tal vez; mis pensamientos reales se han hecho realidad y solo estará rodeado de mujeres haciendo lo que mejor sabe hacer. Estoy mas que segura de que estar con el corazón roto es una de las mejores cosas que le ha pasado; ni siquiera es seguro el hecho de que tenga un corazón.

Le echo una ojeada a mi móvil con una pizca de esperanza asomándose en la esquina de mi corazón. Se que es imposible que un mensaje me llegue cuando cambie mi numero, pero por lo obsesivo que el puede llegar a ser lo creo capaz de enviarme mil mensajes o llamarme si sabe mi numero, incluso si ese es el caso, solo me llegarían amenazas por destruir su ego.

Sonrió desesperanzada. 

Acomodo mi cabello en un moño alto con mis manos sintiendo la resequedad de este quedándose impregnada.

Reviso por última vez mi correo esperando respuestas del concurso que me mantienen mordiendo mis uñas con el repiqueteo constante de mis zapatillas contra el suelo con el corazón en la boca, siguiendo como una tonta la burbuja que carga aumentando mi incertidumbre, junto al temblor redundante de mis manos.

—¿Todavía no te ha llegado el correo de respuesta?

Niego a la castaña que se detiene a mi lado deteniendo sus manos sobre mis hombros  con expresión comprensiva.

—Estoy a punto de explotar de la ansiedad.

Comento dándole la bienvenida a unos chicos que entran con mochilas en mano mirando el móvil.

—Llevo semanas desde el encuentro comiendo a mas no poder de todas las golosinas posibles para controlar la ansiedad.

Comento apoyándome en el mostrador, mientras relamo un chupa chups de fresa, disfrutando del intenso azúcar que apacigua el sentimiento intenso de ansiedad que se apodera de mi sistema, obligándome a respirar de manera fuerte y apresurada.

—La primera y segunda ronda fue fácil; los resultados fueron publicados el día establecido a las nueve en punto, pero esta ronda han tardado más.

Golpea mi hombro en dos palmadas, mientras besa mi mejilla.

—Tranquila, ya llegará, se que es difícil, pero ten un poquito de paciencia.

—Valeria.

La llaman un grupo de chicos, a la vez que se despide yendo directo a su faena.

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