Capítulo 35:

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Dante Vivaldi.

No puedo con el estrés.

—¡Déjame en paz!

Escucho las carcajadas solemnes en la otra línea maldiciendo ligeramente mientras le echo una ojeada a la rubia que duerme sólidamente en una de las habitaciones del avión privado.

—¿En serio crees que eso es lo que pasará? No tienes escapatoria querido.

Bramo empinándome de una vez un buen trago de brandy agobiándome a tal punto de que lo único que me calma un poco es lo mucho que la rubia sonríe mientras se mantiene levemente dormida.

«Estoy loco»

Me he percatado de que cuando estoy cerca de ella soy incapaz de razonar por completo... ¡Una mierda total!

—Quiero que cumplas con el trato o tendrás que entregármela.

Aprieto mis puños afianzando la agitación de mis emociones.

—Ni siquiera lo pienses, ella no está en la ecuación.

Escucho su risa sinica empeorando la rabia que se apodera de cada una de mis extremidades con el solo pensar de...

—Le pones solo un maldito dedo encima y de verdad conocerás quien es Dante Leonardo Vivaldi, porque juro que me haré con el cargo de Capo así tenga que asesinar a todos los que te siguen el culo.

Cuelgo la llamada escuchando el sonido de un correo electrónico de mi portátil.

Desabotono el inicio de mi camisa dejando que algunos de mis tatuajes sean visibles con la tensión de mi musculatura empeorando mi concentración por completo.

Reviso los correos echándole por momentos leves ojeadas a la ventanilla del avión para admirar las nubes que estremecen el pacifico cielo. 

Despeino mi cabello.

Miro a la rubia odiando que mi pecho se estremezca con su sonrisa.

«Joder«

Deseaba escapar de ella... Quiero estar en paz con lo que siento porque me están nublando el juicio.
  
Por el rabillo del ojo logro ver llegar a la azafata caminando a paso coqueto y seductor intentando llamar mi atención con intentos lastimeros que terminan dando me igual.

Mi cabeza palpita.

—Tráeme un vaso de whiskey.

Utilizo mi tono frío y demandante viendo por el rabillo del ojo como asiente con su cara mirando el suelo.

Se da media vuelta, pero antes de que se termine de ir la detengo con una nueva orden—. ¡A la mierda todo! —terminó cerrando el portátil de mala manera deshaciéndome de la chaqueta del traje mostrando como mis músculos se tensan con el movimiento, logro sentir la mirada lujuriosa de la joven ocasionando que en mis labios se cree una sonrisa de suficiencia—, tráeme la botella completa; la necesito para lo que se viene.

—Por supuesto mi...

La castaña no logra terminar de hablar cuando un grito arrollador provoca que me cubra mis oídos por inercia y otras sonrisa maliciosa se crea en mis labios.

—¡¿Carajo?! Que dolor de cabeza.

La veo posarse en frente de mi con su ceño fruncido y las manos en sus cintura frotándose de vez en cuando su tabique nerviosa, arraigada y algo confundida mientras denota el lugar donde se encuentra.

—Dante...

Toma un tiempo tratando de mantener la calma.

—¿Me diras que hago en un avión con destino a dios sabe donde... Contigo?

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