Capítulo 41:

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Pía Melina.

Golpeó la almohada con tanta fuerza que puedo ver como pequeñas plumas se escapan de su interior empeorando mi malestar.

«Joder»

No entiendo como puede ser una de las mejores personas del mundo y luego convertirse en uno de los hombres más frívolos, crueles y apartarme de su lado como si no fuera nada... Como si no le estuviera demostrando la mucho que me está sacando de mi zona de confort poco a poco.

Me rasco los ojos de manera forzada manteniendo los auriculares en mis oídos con la suave canción de Taylor Swift... Ella es mi lugar seguro en momentos de tormenta.

Sostengo mi móvil caminando con la mitad gacha hacia el hermoso balcón con vista a la gran ciudad que muestra al castaño abordando el auto y una que otras parejas caminando de un lado a otro con sonrisas en sus rostros.

Parece sentir mi mirada porque antes de subirse al auto desvía sus ojos en mi dirección; sin embargo, antes de que pueda verme me oculto detrás de la puerta, admirando como; frustrado despeina sus cabellos para después desaparecer en su medio de transporte.

Peino mi cabello sintiendo la incómoda pesadez en mi pecho que se oprime con el solo hecho de reconocer aburrido y doloroso que es todo esto porque sus acciones me desorbitan sacando una versión de mi misma que jamás creí que contaría conmigo.

Mama pasa por mi mente, quisiera hablar con ella y deshaogarme de todo lo que me está sucediendo, acurrucarme en sus brazos... Sentirme a salvo y en calma, pero es como si la vida tuviera siempre otros planes.

—Cuéntame ¿Cómo te está yendo en Barcelona?

Escucho alguna voces al otro lado de la línea aparte de la suya sacándome una media sonrisa después de todo los breves acontecimientos.

—Fatal.

Libero un suspiro exagerado, queriendo desaparecer de este lugar lo antes posible, aunque no puede ser ya que ni siquiera dinero poseo.

Escucho como la castaña da órdenes al otro lado de la línea para después volver a poner su atención en mí.

—¿Que carajos te ha hecho ese cabron?

Noto su tono frío acelerando el ritmo de los latidos de mi corazón, provocándome el remolino de emociones que he querido evitar desde que llegamos hace dos días de la peluquería.

—Yo... t-todo está bien.

La voz se me quiebra de tal manera que termino deseando el no ser la Pía estúpida que cree en las mentiras de quien sea.

El suspiro exasperado que ella libera me pone alerta, y más cuando percibo como le dice algo a alguna persona que esté con ella, mencionando las palabras que me dejan con la boca abierta.

—Ya mismo cogeré un vuelo para allá...

—No es...

No llego a terminar la oración cuando finalmente se acaba la llamada dejándome completamente aturdida y con unos nervios que me ponen fatal.

Fijo mi mirada en la puerta del cuarto de baño, teniendo la rara necesidad de darme el mejor baño de mi vida, para dejar atrás esas penas que me aturden la cabeza, y me destruyen la perspectiva de lo que siento por el castaño porque por más rastrero que sea, no puedo evitar que mi corazón se acelere por el más de lo debido; no sé si es masoquismo o el simple hecho de que me descoloque su forma de actuar, incluso de tratarme porque cuando quiere puede ser el mejor príncipe, y cuando lo desea el mejor villano...

¿Acaso nadie ha amado a un villano alguna vez?

Yo lo he hecho, porque ser la que enloquece al malo siempre será el maldito privilegio, pero como debemos sufrir para llegar a eso, nada es tan fácil en esta vida; estoy más que al tanto de ello.

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