Capítulo 38:

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Mini Maratón 1/2

Dante Vivaldi.

Están esos días en los que menos te imaginas que la vida terminara dando un increíble giro de trescientos sesenta grados que no se detiene ni siquiera aunque pidas un poco de tiempo.

Estoy agotado... Aún así no pienso en demostrarlo.

Mantengo mi expression neutral mientras abren para mi las enormes puertas de Steely Enterprise's una de las mejores compañías de automóviles con las que he trabajado en en transcurso de los años.

—Bienvenido señor...

Asiento realizando un movimiento de cabeza que basta para terminar el saludo de agradecimiento precedido por la extensa sonrisa de la mujer de unos veintitantos años que me observa con una agradable sonrisa... Mezclándose con un toque de coquetería.

—Señor, la joven Pía...

La sola mención de su nombre estremece mi espina dorsal.

—¿Sucede algo con ella?

Mario uno de mis jefes de seguridad niega mostrándome algo que me saca una media sonrisa porque... ¡Joder! Es demasiado hermosa.

—Mantenme al tanto.

Arreglo los gemelos del traje para terminar eliminando las pequeñas arrugas que se han creado mientras con lentitud paso las manos por mí cabello.

—Buenos días señor Vivaldi, bienvenido...Su sala de reuniones esta lista.

Me acerco a la recepción donde se encuentran cuatro hermosas mujeres de ojos cautivadores. La mayoría levantan la mirada de su computadora encontrándose de lleno con mis ojos marrones oscuros con tonos frívolos.

—Le muestro el camino.

Me posiciono detrás de ella mostrando una actitud un poco caballerosa que no tengo ni la más mínima idea de donde sale.

—Después de usted.

La chica sonríe mostrando pequeños hoyuelos a las esquinas de su boca y el anillo de matrimonio en su dedo a la hora de acicalar sus mechones detrás de su oído.

—Muchísimas gracias.

Comienza a mover sus pequeñas caderas de una manera provocadora creyendo que con eso acaparará mi atención cuando lo único que causa es un ataque casi histérico de risa.

«Quisiera estar viendo el de cierta rubia de ojos azules»

Las puertas del elevador se abren permitiéndonos la entrada mientras termina presionando el piso quince.

—Lleva un buen tiempo sin honrarnos con su presencia señor Vivaldi.

Sonrió centrando toda mi atención en la pantalla de mi teléfono móvil enviando ciertos mensajes a Ethan que no tarda en reprenderme de manera sucesiva solo por haberme llevado a la rubia de ojos azules.

—Barcelona nunca ha sido uno de mis destinos favoritos a visitar.

Es el turno de sonreír de la joven que termina apoyando todo su peso en un solo pie contra la fría pared de cristal que permite ver el exterior.

—Supongo que habrá una razón demasiado especial para que nos honre entonces con su presencia... ¿Quizás alguien?

Tenso mis hombros de manera inmediata encontrándome de lleno con la mirada inquisidora de la chica que reconozco al instante.

—No tengo porque tener a alguien importante para venir.

Acentúa sus fracciones con la superioridad empeorando mi estado de ánimo recordándome a cierta pelinegra que... ¡Mierda!

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