Capítulo 24:

3.5K 183 25
                                    

Dante Vivaldi.

Centro mi atención en la acera del edificio de la rubia, perpetuando el auto que llega con una música que en segundos me hace rodear los ojos.

«Típico de la chica con lengua viperina »

Escucho la dulce voz de Adele con sus suaves canciones, una de las cantantes favoritas de mi madre.

Sonrió al perpetuar en mi cabeza como desliza su lengua por sus labios rojizos con una pequeña capa de labial rosa francés, a la misma vez que acomoda algunos mechones de su cabello detrás de su oreja y sostiene algunas bolsas.

Apago el pitillo en la calle luego de salir del auto, abotonando la chaqueta de mi traje y peinar mis hebras castañas.

Me encamino a donde se encuentran, cruzando miradas con Darla que me asesina en segundos, disimulando delante de Pía; este jueguito me está cayendo como la mierda, y aunque quiero entenderlos sé que es para nada.

Sin embargo no me da tiempo a acercarme cuando dos chicas se entrometen en mi camino.

Varias señoritas pasan cruzando miradas conmigo; para después reírse, provocando que por instinto relama mis labios contando en mi cabeza los segundos que tardarán en acercarse.

«Uno...dos....

No me da ni tiempo a llegar a tres cuando la pelirroja se acerca con una robusta sonrisa y una nota en mano; contorneando sus caderas con tanta exageración que me llega a provocar más risa de la necesaria y me es difícil no reírme.

—Hola guapo —saluda cordial mientras la otra solo baja las mejillas sonrojadas.

—Hola hermosa —susurro dejando que mi acento italiano las envuelva haciéndolas casi desmayar.

—¿Nos darías tu número? —cuestiona con una frondosa sonrisa que me lleva a sonreír igual pero con mucha más picardía, al percatarme de la mirada de la rubia.

Bajo la mirada negando, con una estrepitosa sonrisa en mis labios.

—No puedo hermosa —respondo destruyendo la expresión de la chica para volverse de completa confusión.

—¿Ah no? —asiento a su cuestionante—; ¿se puede saber por qué?

Un plan malévolo se crea en mi cabeza y antes de lo pensando les doy la espalda encaminándome a donde se encuentran las dos rubias casi listas para subir con sus bolsas de comida y algunos adornos.

—Buenas señoritas —anunció mi entrada triunfal imaginando un cantar de alabanzas por mi darles la oportunidad de estar con tal eminencia con una sonrisa maliciosa—... Hola señorita Melina; tanto tiempo sin verla.

El cuerpo de la rubia se tensa, a la vez que evita hacer contacto conmigo; aunque antes de lo que ella se imagina la agarro de su cabello y sin ningún problema me preparo para juntar sus labios sobre los míos.

Su perfume me aturde al igual que su cercanía; sus bellas pupilas deleitándose con la mirada que posa en mis labios; mientras su rostro se sonroja por puro instinto.

—¿Qué haces? —su voz sale casi en un chillido que me ocasiona unas carcajadas.

—Espantar a esas mosconas —señaló con mi cabeza a las chicas que rápido se alejan molestas para después fijar mi atención en ella.

No sé por cuantos minutos permanecemos ahí, pero Darla desaparece con las bolsas, y todo nuestros entorno hace lo mismo convirtiéndose en olvidado.

Relamo mis labios por inercia, deseoso de morder su labio inferior cuando de un momento a otro aleja su cuerpo de mi de un empujón.

Perfect Doom Donde viven las historias. Descúbrelo ahora