Capítulo 55:

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Pía:

Mi visión se nubla por completo impidiendo que me centré en mi entorno. La sensación de ahogo y la falta de respiración termina descontrolada, mientras lucho a copa y espada por respirar a como de lugar.

Todo lo veo negro, mientras los recuerdos continúan llegando a mi como pequeñas y constantes ráfagas de luz que me atormentan por segundo con el toque invisible del hombre de mis pesadillas sintiéndose en mis extremidades.

—Señorita Melina, yo...

Retrocedo al instante evitando su acercamiento manteniendo mi cuerpo en un ovillo en la pequeña esquina de la habitación, abrazando mis rodillas con fuerza sintiendo el agotamiento en mis hombros y rodillas.

—Por favor...

Suplico con lágrimas en los ojos.

—No me hagas daño por favor.

El rostro del castaño cambia tomando semejanza al de mi antiguo verdugo, intensificando mi terror.

—No te...

—No se que esperan lograr, pero yo... yo no soy nadie para él.

Tiemblo evitando el roce de Romeo apartándome de su cuerpo lo más rápido posible.

Todo se me junta, intensificando el cansancio de mi cuerpo unido al miedo desenfrenado de que algo malo está por suceder mientras de mi garganta solo salen súplicas y sollozos.

Ya no me encuentro en una habitación de hospital... Evocó los recuerdos en aquella celda oscura con la voz del hombre robusto y sonrisa siniestras que se acerca con paso lento forzando a que mis pies retrocedan poco a poco esquivando los objetos que se entrometen en mi camino.

Pía respira.

Valeria me grita escucho su voz lejana aún así viendo pequeños flashes que para mi son solo recuerdos perdiéndome,  desconociendo que es real y no, mientras solo puedo sentirla arrodillándose a mis pies con mis ojos evocando pequeñas imágenes borrosas de su rostro haciendo muecas de dolor causadas por la acción que ejecuta sin pleno cuidado terminando de empeorar su estado para socorrerme, mientras el moreno hace los intentos de sujetar a mi amiga, la cual ignora al completo sus gritos lanzándole malas miradas que terminan en un:

—Cállate joder, es mi amiga.

El en cambio en vez de ignorar sus gritos y maldiciones solo hace hasta lo imposible por detenerla, al ver su rostros cargando de dolor.

—Valeria, ¿que estas haciendo? Debes descansar.

Ella continua ignorando los gritos desmesurados del castaño centrándose en mi persona.

—Por favor, no dejes que me haga daño te lo pido... Dante no... No lo dejaría.

Tomo fuertes bocanadas de aire con las lagrimas mojando mis brazos, esquivando cualquier toque y mirando mi entorno buscando cualquier objeto con el cual poder defenderme del hombre que tengo a solo unos pasos destruyéndome con su mirada perversa... Demuestra sus intenciones cuando se deshace del cinto que sostiene su pantalón empeorando su miedo.

—No te atrevas a tocarme cabron...

Me altero gritando tanto como puedo con las insoportables arcadas que se apoderan de mi revolviendo mi estómago por cada segundo que me siento en esta espiral donde el sosiego de querer huir me aborda ahogándome con mi propia saliva.

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