Capítulo 18:

4.7K 226 46
                                    

Mini maratón 1/2

Pía Melina.

Los nervios son un cuchillo de doble filo, y mucho más cuando estás delante del causante de ellos... No hay peor maldición que conocer a alguien que con solo una mirada perversa pone tus piernas a temblar, sonroja tus mejillas y te hace tragar en seco volviéndote un manojo de vergüenza, rabia y lujuria.

—Déjate de juegos.

Suspiro colocando un mechón dorado de mi cabello detrás de mí oreja, mientras perpetuo como los rayos del sol impactan en sus hebras castaños, y esos ojos que solo saben escanear mi vestimenta con tanto descaro que aumenta los temblores de mi cuerpo.

—No me van los juegos.

Relame sus labios acomodando con su expresión neutral los gemelos de su traje con esa sonrisa socarrona que empeora mi malestar revolviendo mis entrañas.

—Tus actos dicen otra cosa.

Carraspeo más nerviosa de lo normal, maldiciendo por no ser capaz de detener mis alocadas hormonas. Ruedo mis ojos, manteniéndome en mi lugar en espera de que me permita tomar asiento.

«Solo debes actuar profesional Pía, solo eso».

Me digo a mi misma cerrando mis ojos en un ejercicio de respiración que trata de aislar mis acelerados latidos.

Su mirada intensa altera mis emociones obligando a mi tic a hacer acto de aparición surcando una risa nerviosa de mis labios.

—Mis actos pueden decir muchas cosas.

La carcajada gutural que es liberada desde el fondo de su garganta me domina, haciéndome babear con la pequeña imagen de su espalda robusta, y la pose de seguridad que mantiene con su mirada en la ventana de cristal que se encuentra detrás del escritorio.

—¡Eres impo...!

—Hay preciosa... —su voz es como una sinfonía melódica, pero atrapante que cala tu alma hasta lo más profundo—... Eres una pésima mentirosa.

Aprieto mi mandíbula queriendo calmar las ansías que tengo de despotricar contra él, cuando me es imposible detenerme y las palabras salen sin ningún tipo de problema.

—Já, ni si...

Alza su mano, ocasionando que me quede en silencio, en el momento en que observa su reloj y decide tomar asiento en la butaca delante de escritorio.

—Dejémonos de rodeos y tome asiento tengo importantes asuntos que resolver.

Me da la espalda tomando asiento sin ningún compromiso llevándose varias miradas pubertas de mi parte.

—No me dé más órdenes.

Ajusto mi mandíbula con fuerza queriendo lanzarme a su yugular directamente al final acatando la orden, en el momento que comienzo a sacar la grabadora junto a la agenda para dar inicio a la entrevista.

Sus ojos me miran expectantes esperando a que mis sentimientos no me dominen, y es que por más que no quiera ya es algo que no puedo evitar.

Perfect Doom Donde viven las historias. Descúbrelo ahora