Dominio [Catradora]

El regreso de She-Ra

Avanzando entre el paisaje selvático que ofrecen los Bosques Susurrantes, Adora y Catra siguen la señal que mana del faro de los Primeros. Mientras camina con el mapa entre sus manos, la felina descubre a su compañera desviando constantemente la mirada hacia su espada, y cada vez que lo hace parece... perturbada.

—Ya nos estamos acercando —termina por decir, rompiendo con el silencio.

—Oh, bien...

Como salida de un breve trance, Adora se acerca para echar un vistazo. Por algún extraño motivo, la señal que reciben ha comenzado a distorsionarse conforme se han ido aproximando a su objetivo.

—Que problemático —comenta la rubia, acariciándose el mentón —. Pero, si nos mantenemos dentro de este cuadrante deberíamos tropezar con el faro tarde o temprano.

—Sí, sobre eso...

Dispuesta a sonsacarle la verdad, Catra abrocha el mapa a su cinturón y decide confrontarle directamente.

—Dijiste que esta tecnología nos ayudaría a construir mejores armas, pero ese no es el único motivo por el que estamos aquí, ¿no es así?

La pregunta ciertamente toma a Adora por sorpresa, pues esta le mira en silencio por algunos instantes, solo para terminar rindiéndose ante su curiosidad con una sonrisa.

—Siempre tan perceptiva... —termina por responder, dando un último vistazo a la espada —. No, tengo motivos personales para volver a ese faro. El que la tecnología de los Primeros nos sea útil simplemente me sirvió de pretexto para venir.

—¿Y se puede saber cuáles son esos motivos personales?

Adora puede notar la molestia en ese agraciado rostro felino. «Supongo que no puedo culparla, debe estar cansada de escuchar mentiras», reflexiona, enterrando la espada en el suelo y sentándose sobre un tronco caído.

—Desde que encontré la espada he estado teniendo visiones —explica, invitándole a sentarse a su lado.

Complacida por haberle hecho hablar, Catra toma asiento y escucha en silencio.

—Alguien... o algo, intenta comunicarse conmigo, creo que su nombre es Light Hope. Tengo la corazonada de que podré obtener más respuestas en ese faro; aprender más sobre She-Ra, sobre la espada, sobre los Primeros, sobre... bueno, mi propio pasado.

Dicho esto, Adora voltea la mirada hacia su confidente, dedicándole una sonrisa acogedora.

—¿Qué hay de ti?, ¿nunca te has preguntado de dónde provienes?

—¿Cuál es el punto? —responde Catra, sin pensarlo demasiado —. No quiero estancarme en el pasado, prefiero enfocarme en mi presente para asegurar mi futuro.

Adora no sabe si esa postura es pragmática o imprudente, pero al menos puede admirar su resolución. Antes de que su conversación pueda continuar, la atención de ambas es captada por un misterioso destello de luz que resplandece entre los árboles.

—¿Lo ves? El presente nos llama —agrega la felina, poniéndose de pie y extendiéndole su mano.

Adora suspira con resignación y estrecha su mano para levantarse del tronco, tomando su espada antes de seguirle hacia la luz. Tras acercarse lo suficiente, ambas confirman con alivio que han llegado a su destino.

Aunque de aspecto descuidado, el faro de los Primeros apunta hacia el firmamento como un majestuoso monumento a la grandeza de sus creadores. Su aspecto de cristal puede hacerle parecer frágil, pero ha resistido en abandono por cientos... quizá miles de años.