Dominio

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—No puedo creer que derrotamos a Hordak, vaya que se veía molesto —comenta Scorpia, con su característico e inocente buen humor —. ¡Estuvieron increíbles!

—Por supuesto que lo derrotamos, el plan de Adora era a prueba de tontos. Simplemente necesitaba un empujón para animarse a ejecutarlo —responde Catra, aún emocionada por su reciente victoria —. Ahora que la Horda es nuestra, podremos saltarnos los permisos y simplemente mover ficha cuando queramos.

—Y ese nuevo atuendo se te ve de maravilla.

—Tenemos un diseñador sorpresivamente bueno. Shadow Weaver nos llevó con él para hacerle algunos encargos.

La felina se permite apreciar nuevamente su vestuario, realmente le gusta. Se trata de una lycra con un austero color vino, muy similar a la que llevaba antes; esta cuenta con hombreras negras, así como una manga larga que cubre su brazo derecho; además, el atuendo luce un escote discreto que, por algún motivo, le hace sentir más empoderada.

—Ya veo. ¿Adora también hizo un encargo? 

—Sí... pero se estaban tardando demasiado en terminarlo; preferí venir y asegurarme de que encerraras a Hordak apropiadamente, no podemos darnos el lujo de que escape.

—Oh...

Ambas recorren uno de los largos pasillos metálicos del bastión, de camino hacia el gran balcón que solía utilizar el derrocado dictador para dar discursos a sus tropas. Tras la breve celebración que acompañó el ascenso del "nuevo orden", Adora dejó que sus generales se retiraran para procesar lo sucedido, y programó una convocatoria pública para dirigirse personalmente a sus súbditos.

Mientras avanzan, Scorpia junta tímidamente sus tenazas y, aprovechando que se encuentran a solas, decide sacarse del pecho un malestar que viene afligiéndole desde la toma de poder.

—Oye, si no te molesta que pregunte...

—¿Qué sucede?

—Bueno... cuando las ovaciones comenzaron... me pareció ver que...

—¿Realmente tienes una pregunta o vas a seguir balbuceando tonterías? —reclama Catra, comenzando a perder la paciencia.

Tragando saliva, Scorpia respira hondo y decide ir al grano.

—Yo vi; todos vimos... el beso...

Catra se detiene frente a su compañera al recordar ese momento, agachando sus orejas y bajando la mirada.

—¿Y? —pregunta en respuesta, visiblemente avergonzada —. ¿Qué hay con eso?

—¡Nada! Quiero decir... probablemente te tropezaste o algo por el estilo, sé que no te gustan las muestras de afecto.

Scorpia ríe nerviosamente, esperando algún comentario hiriente de su parte; pero, la felina permanece en completo silencio, y eso es respuesta suficiente.

—No te tropezaste... ¿verdad? —añade entonces, con un tono suave y melancólico.

—¿Eres tonta o qué? —responde Catra, poniéndose a la defensiva —. ¡Obviamente que no! Yo quería besarla, ella quería besarme... ¿¡tienes algún problema con eso!?

Su pequeño arranque de ira desaparece tan pronto como vino; pues, al voltearse, se encuentra con un rostro que, por contradictorio que pueda parecer, refleja felicidad en la misma medida que refleja tristeza.

—Ninguno... —contesta Scorpia, esforzándose para sonreír —. Si tú eres feliz, yo soy feliz.

—Scorpia... tú...

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora