Madame Razz

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—¡Mara!, ¡Mara! —exclama Razz, mientras deambula por el bosque en busca de su preciada amiga —. Qué extraño, ¿en dónde se habrá metido?

A su espalda, Glimmer y Bow se materializan en el aire, e intercambian una mirada insegura antes de animarse a llamar su atención.

—¿Le hablas tú, o le hablo yo? —murmura el arquero.

La princesa de Luna Brillante tan solo deja escapar un suspiro en respuesta, para seguidamente avanzar hacia la desconocida y levantar la voz.

—Señora, disculpe, ¿podríamos robar algunos minutos de su tiempo? —termina por preguntar, con una sonrisa nerviosa dibujada en el rostro.

Razz se voltea al escuchar su voz, y aunque parece inicialmente desconcertada por su presencia, no tarda en ofrecerles una sonrisa cálida y amistosa.

—¡Hola, jovencitos! —expresa con tono alegre —. ¿No han visto a Mara por aquí? Se supone que debía ayudarme a recoger bayas para el pie.

—Si se refiere a Adora, me temo que ahora no es el mejor momento para hablar con ella —confiesa Bow, quien no tarda en unirse a la conversación.

—Vaya... entonces mi corazonada era cierta, realmente se ha desviado de su camino.

Glimmer y Bow intercambian nuevamente sus miradas al escucharle decir eso, como si sus palabras ocultaran un mayor significado del que aparentan.

—En fin, si han venido hasta aquí es porque me ayudarán a recoger bayas, ¿verdad? —asume la anciana, sacándoles rápidamente de sus pensamientos.

Ambos se sobresaltan al notar que su peculiar interlocutora ya se encuentra en marcha para adentrarse en el bosque, ante lo que no tienen más remedio que seguirla.

—Ah... disculpe —expresa la princesa —. Creo que olvidamos las presentaciones, mi nombre es Glimmer.

—¡Y yo soy Bow!, ¿cómo podemos llamarla?

—Mucho preguntar y poco recoger bayas —responde la aludida, quien se detiene un momento para tomar algunas de un arbusto y echarlas en su canasta —. Madame Razz necesita sus bayas, de lo contrario no habrá pie.

—Bueno, esa es una manera de responder... —murmura Bow, inclinándose hacia el oído de su compañera —. Creo que deberíamos ayudarla, puede que sepa decirnos algo útil.

—¿Cómo vamos a ayudarla? No traemos ninguna canasta.

—Tranquila, tengo una idea.

Glimmer respira aliviada al escuchar sus palabras, agradecida por contar siempre con un amigo tan confiable, pero su actitud cambia cuando llega el momento de poner la idea en marcha.

—¿Esta es tu idea? —reclama entonces, mientras sostiene su capa con las manos para albergar allí las bayas que van encontrando.

—Ingenioso, ¿no? —responde Bow con orgullo, quien se acerca para entregarle otro puñado.

—¡Mira, mi capa se está manchando!

—Eso se lava muy fácil... creo.

—Cuando mi mamá vea esto me va a dar otro de sus sermones. No tienes idea de cómo se pone, una vez me sorprendió envuelta en lodo por jugar a las afueras del castillo, ¡y me cortó el cabello para ahorrarse algo de limpieza!

—Yo pienso que te ves muy linda con el cabello corto.

—Ay, gracias... —responde Glimmer con ternura —. ¡Pero ese no es el punto!

—¡Oiga, Madame Razz! —exclama Bow de repente, intentando desviar su atención —. Hemos recogido un montón de bayas, ¿qué le parece?

Al voltear la mirada, Razz aplaude sus esfuerzos con entusiasmo.

—¡Maravilloso! Con su ayuda prepararé el pie más delicioso de la historia de los pies.

Glimmer debe respirar hondo para sobrellevar la risible situación en la que se encuentra, apaciguando su carácter antes de dirigirse nuevamente hacia la exasperante anciana.

—Oiga, sobre Adora... —insiste, adelantándose para caminar a su lado —. Sabe si existe alguna manera de... ahm... ¿hacer que regrese a su camino? Nosotros lo intentamos, pero tan solo empeoramos las cosas.

El desconsuelo en su tono de voz resulta evidente, incluso para una persona tan distraída como Razz, quien se detiene al fin para reposar la mano sobre su hombro.

—No pierdas la esperanza —manifiesta entonces, ofreciéndole una sonrisa sincera —. Todavía no es demasiado tarde, aún puede convertirse en la heroína que está destinada a ser.

—Pero... ¿cómo?

—Quién sabe.

Y dicho eso, Razz se da media vuelta y prosigue con su búsqueda de bayas frescas, dejando atrás a una Glimmer con el ceño fruncido y el rostro enrojecido. «¡Vieja loca!», piensa esta última, convencida de que no han hecho más que perder el tiempo; sin embargo, antes de que pueda tirar las bayas y volver a casa, la "vieja loca" agrega algo que le deja sin palabras.

—Aunque si quisiera saber cómo —menciona la mayor —. Seguramente empezaría por visitar esa isla a la que muchos van... pero de la que pocos regresan.

Tanto Glimmer como Bow permanecen en silencio por algunos instantes, buscando en la mirada del otro algún rastro de comprensión. En Etheria deben existir más islas de las que jamás sabrán, pero por su forma tan peculiar de describirla, debe tratarse de una especialmente peligrosa; la cuestión es, ¿cuál?

—Una isla a la que muchos van, pero de la que pocos regresan... ¿cuál podría ser? —pregunta la princesa.

—Hay muchas candidatas —responde el arquero, pensativo —. Pero, si tuviéramos que pensar en la peor isla de todas...

—Esa tendría que ser...

Y de pronto, la respuesta se hace evidente para ambos, así como su próximo destino.

—¡La Isla Bestia! —exclaman al unísono, para seguidamente voltear la mirada hacia Razz —. ¿Se trata de la Isla Bestia?

Desafortunadamente, para entonces ya no queda rastro alguno de su presencia, ahora se encuentran completamente solos ante la inmensidad de los Bosques Susurrantes.

—¡¿Y ahora qué se supone que haga con estas bayas?! —reclama Glimmer a los cuatro vientos.

—Esa Madame Razz está envuelta en un halo de misterio —comenta Bow, quien apenas comienza a procesar lo sucedido —. En cualquier caso, ahora tenemos la pista que necesitábamos.

—¿Tú crees? Incluso si se refería a la Isla Bestia, ¿qué se supone que encontraremos allí?

—Ni idea, no se sabe mucho sobre la isla, quizá por esa parte de que "pocos regresan" de allí; en realidad, hasta donde yo sabía, nadie que haya puesto un pie en ese lugar ha vivido para contarlo.

—Que alentador...

—Es arriesgado, pero si con eso rescatamos a Adora...

—Entonces el riesgo habrá merecido la pena.

—Si estamos de acuerdo con eso, entonces solo queda un asunto por zanjar. ¿Intentamos convencer a tu mamá de que todo esto es una buena idea, o desobedecemos sus órdenes y nos escabullimos a sus espaldas?

—Elijo el camino de la desobediencia —responde Glimmer, sin pensárselo demasiado —. Tú viste lo que pasó durante la reunión, jamás la convenceremos de que nos deje ir.

Indeciso, Bow se lleva un par de bayas a la boca y considera sus opciones. Es cierto que las posibilidades de convencer a la reina son escasas, e igual de escasas son las posibilidades de ganar la guerra sin Adora; por lo que, a resumidas cuentas, la opción que tienen es una, y solo una.

—No me emociona la idea de actuar a espaldas de la reina, pero debo admitir que tienes un buen punto —concluye al fin.

—Entonces seremos solo tú y yo, como en los viejos tiempos —celebra su contraria, emocionada por salir nuevamente de aventuras.

—Puede que no.

—¿De qué hablas?

—Ya sabes. Para llegar hasta la Isla Bestia... necesitaremos un bote.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora