Valórame tú también

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—¡Larga vida al nuevo orden!, ¡gloria a Catra!

Lo que para las fuerzas hordianas resulta motivo de gran celebración, para los refugiados, como es de esperar, significa un violento arrebato de todos sus sueños y esperanzas. Estos se hallan cada vez más aglutinados en el centro del Lunarium, conforme los invasores avanzan con sus amenazantes armas en alto.

Tras todos los inconvenientes que han causado, los primeros en ser sometidos son los nueve veteranos que todavía siguen en pie, quienes ya no cuentan con la fuerza para poder defenderse. Pese a no oponer resistencia alguna, estos son violentamente tumbados en el suelo, para seguidamente ser privados de su magia mediante los collares de contención.

Bow, pecando quizá de ser demasiado optimista, tensa nuevamente su arco y se apresura para escoltar a Castaspella, con la esperanza de poder ganar algo de tiempo para el ritual.

—¡Haré lo que pueda para distraerlos! —asevera, haciendo gala de un espíritu completamente inquebrantable.

Castaspella guarda silencio por algunos instantes, con su magia todavía alimentando al círculo arcano que dibujó en el suelo. La resolución de Bow le resulta ciertamente admirable, pero sabe diferenciar muy bien entre una apuesta arriesgada... y una causa perdida.

—Bow... —termina por responder, con cierta solemnidad en su tono de voz.

—¿Qué sucede? —interroga el arquero, sin apartar la mirada de los soldados que comienzan a acercarse —. ¿Qué necesita que haga?

—Ya hiciste suficiente, encanto.

—¡Por favor!, ¡no diga eso!

La derrota es clara, Bow lo sabe y, sin embargo, continúa manteniendo el arco en alto, como si la próxima de sus flechas fuese a provocar algún tipo de milagro. «Estuvimos tan cerca», es todo lo que consigue pensar, siendo abrumado por una oleada de emociones intensas. No importaron los preparativos, no importó que lucharan para defenderse, no importó que encontraran una salida; al final, nada importó.

—Bow —repite Castaspella, sacándole de sus pensamientos.

Al voltear la mirada, el arquero se encuentra con una sonrisa suave y cálida, con una expresión que, pese a hallarse en las peores circunstancias, pareciera indicar que todo estará bien.

—Eres un chico verdaderamente virtuoso —agrega la mayor —. Glimmer tiene suerte de tenerte a su lado. Ahora debes ir y advertirle sobre la caída de Mystacor, no permitas que Luna Brillante corra el mismo destino.

—Espere... no estará insinuando...

—Gracias por todo.

Y habiendo pronunciado esas últimas palabras, la Hechicera Superior activa finalmente el círculo de teletransportación, provocando un intenso destello de luz que rápidamente se esparce por toda la habitación.

Tan cegada como el resto, Catra abandona el cariño de sus tropas con un salto y, tras aterrizar grácilmente sobre el suelo, toma otro de los collares que escondió bajo su túnica. Esta se guía con su olfato para avanzar entre magos y hordianos, abalanzándose enérgicamente sobre Castaspella al momento de reconocer su aroma.

—¡No más trucos! —exclama, tumbando a su presa para colocarle el collar de contención.

Acto seguido, la felina le fuerza a voltearse boca abajo y se sienta sobre su espalda, sujetándola de las manos para asegurarse de que no intente nada extraño. Es entonces que el exceso de luz comienza finalmente a disiparse, lo que le permite echar un vistazo a la mujer que tiene inmovilizada entre sus piernas.

—¿Qué fue lo que hiciste? —interroga, presionando sus muñecas con fuerza —. ¡Responde!

Aunque Castaspella se resiente por el dolor, de su boca no sale una sola palabra. Catra encuentra su silencio sumamente desesperante, pero antes de que su temperamento saque a relucir lo peor, uno de los soldados consigue llamar su atención a la distancia.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora