Dominio [Catradora]

El rey hechicero

Para sorpresa de nadie, la infame Isla Bestia dista mucho de ofrecer una cálida bienvenida a la Hija del Dragón IV y sus tripulantes, pero ni su estética macabra ni el aura tan inquietante que transmite son suficientes para disuadirles de anclar en una de sus costas.

Tras bajar del barco y pisar "tierra firme", el grupo se detiene brevemente para contemplar con recelo el interior de la isla, armándose de valor para lo que sea que vayan a encontrar allí dentro.

—Quizá debí preguntar esto antes, pero... ¿qué estamos buscando exactamente? —interroga Sea Hawk, mientras se aguanta los nervios a base de orgullo.

—No estamos seguros —responde Bow.

A continuación, el arquero da un paso al frente y saca su confiable radar. Por algún motivo, pensó que cualquier cosa que pudiera ayudarles con Adora seguramente tendría que ser tecnología de los Primeros; sin embargo, al encender su radar, todo lo que recibe es una extraña interferencia.

—Hm, algo en esta isla impide que mi radar funcione.

—¿Algo? —cuestiona Glimmer, quien se acerca tímidamente para agarrarse de su brazo —. Este lugar me está poniendo los pelos de punta.

—Ni que lo digas... pero ya que estamos aquí, deberíamos intentar investigar.

Ambos comparten una mirada intranquila antes de animarse a avanzar, pero se detienen rápidamente al notar que alguien se ha quedado atrás.

—¿No vienes? —pregunta la princesa.

Frotando sus manos con nerviosismo, Sea Hawk aclara su voz antes de responder.

—Me gustaría acompañarlos, en serio —responde, retrocediendo lentamente hacia el barco —. Pero alguien debe quedarse para cuidar a la Hija del Dragón IV, mi adorada Mermista jamás me perdonaría si algo le sucede.

—Como quieras. Si los monstruos vienen a buscarte aquí, supongo que podrás arreglártelas tú solo.

—¿M-Monstruos? —balbucea el mayor, quien les alcanza en cuestión de un instante —. ¡Esperen! Pensándolo bien, sería muy arriesgado dejar que vayan sin escolta. Será mejor que me quede para protegerlos de cualquier peligro.

—¿Qué hay del barco? —cuestiona Glimmer con tono sarcástico —. ¿No se molestará Mermista?

—Oh... estoy seguro de que para ella ningún barco es más valioso que nuestros queridos amigos de Luna Brillante.

Mientras ambos aprovechan su conversación banal para distraerse del siniestro paisaje, Bow comienza a notar ciertas pautas sutiles en los alrededores, como si ya hubiera estado en un sitio como ese antes; aunque vagamente, la Isla Bestia le recuerda a las ruinas de los Primeros.

—Un momento... —murmura entonces, deteniéndose frente a sus compañeros —. Pensé que en esta isla encontraríamos alguna pieza de tecnología de los Primeros, pero me equivoqué.

—¿Entonces no hay ni una pieza pequeñita? —cuestiona Glimmer, quien gruñe ante la posibilidad de haber viajado hasta allí para nada.

—Al contrario... ¡toda la isla es tecnología de los Primeros!

—¿Q-Qué?

—Mira bien a tu alrededor. La tecnología está sumamente degradada, pero guarda muchas similitudes con las ruinas que hemos visitado. Puede que los Primeros utilizaran este lugar para deshacerse de tecnología obsoleta o defectuosa.

Aunque podría continuar compartiendo sus teorías por horas, Sea Hawk fuerza su silencio al desenvainar su espada, apuntando con recelo hacia un pasadizo oscuro. Tanto Glimmer como Bow piensan que está siendo paranoico, al menos hasta que consiguen ver una figura extraña moviéndose entre las sombras.