Fiesta de bienvenida

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Algunas horas tras la llegada de Adora y compañía a la Zona del Progreso, una numerosa flota de naves hordianas se vuelve vagamente visible en el horizonte. A bordo de la nave nodriza, Catra yace sentada sobre su imponente trono, con su mirada fija hacia el frente, pero con sus pensamientos allá atrás, en Mystacor, en aquella oscura habitación.

Cada soldado que se acerca para preguntarle algo es fríamente ignorado, pues su mente se encuentra ocupada con sus propias tribulaciones; eventualmente, sin embargo, aparece la única persona a bordo lo suficientemente exasperante como para llamar su atención.

—¡Catra! —exclama Scorpia a sus espaldas, haciéndole saltar sobre su asiento con su estridente tono de voz —. Oye, deberías escuchar a las tropas, han estado hablando sobre ti durante todo el viaje, ¡realmente los dejaste impresionados!

—Scorpia... —responde la felina con notable irritación, aferrando sus garras a los brazos del trono —. Creí haberte ordenado vigilar a los prisioneros.

—Ah, claro, los prisioneros... —murmura nerviosamente la mayor —. Bueno, ellos están encadenados, y los collares no les permiten usar magia; así que... realmente no creo que vayan a ninguna parte.

Frunciendo el ceño en un gesto de fastidio, Catra piensa en algún pretexto para recriminarle por haber abandonado su puesto; pero, entre más lo piensa, más cae en cuenta de que probablemente tenga razón.

—Pensé que querrías celebrar tu grandiosa victoria —agrega Scorpia con timidez.

—No.

—¿No?

—¿¡Eres sorda!? ¡Dije que no! No quiero una estúpida fiesta.

En ese momento, las orejas de Catra se levantan al captar una misteriosa melodía que resuena a la distancia; al voltear la mirada hacia el mirador de la nave, descubre que gran parte de la Zona del Progreso se encuentra iluminada por intensas luces de neón. Mientras tanto, al costado norte del bastión, Perfuma se encuentra festejando alegremente con un numeroso grupo de soldados hordianos, quienes han dejado los cascos atrás para poder compartir sus sonrisas de júbilo.

—Este sabor... ¡Jamás había probado algo tan dulce! —exclama Octavia con entusiasmo, tras haber probado por primera vez una de las exquisiteces de Plumeria; la pera.

—No olvides guardar las semillas —le recuerda Perfuma, complacida porque sus frutas hayan sido del agrado de todos —. Tan pronto consiga fertilizar la tierra, podremos usarlas para sembrar más árboles.

Aunque la joven princesa se encontraba inicialmente escéptica ante su repentina visita a la Zona del Progreso, el breve tiempo que ha dedicado a organizar esa fiesta con los hordianos ha hecho que, con mucha humildad, deba reconocer que no todos son tan malos como parecen. «Incluso Octavia, que parecía tan intimidante al principio, ahora me deja ver su lado más amable», piensa, observando risueña a la multitud que festeja a su alrededor.

El lugar se encuentra completamente iluminado por un frenético espectáculo de luces de neón, acompañado de un enérgico ritmo techno ante el que ninguno de los presentes puede resistirse a bailar. Pese a haber sido la principal organizadora de la fiesta, a Perfuma le tomó algo de tiempo acostumbrarse al ambiente, pues las celebraciones en Plumeria son considerablemente más apacibles; aun así, se divirtió mucho arreglando el lugar con Octavia y compañía, habiendo encontrado casi todo lo que necesitaban dentro del abandonado castillo de la familia real de Scorpio.

—¡No! —exclama Octavia de repente, llevándose ambas manos hasta la cabeza —. ¡Se acabaron las peras!

Acto seguido, la temible Capitana de la Fuerza se voltea hacia el soldado que descansa a su lado, sujetándolo violentamente del uniforme.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora