Bajo tu sombra

3.9K 465 73
                                    

Sin dirigirse la palabra, Adora y Catra se adentran cada vez más en las ruinas de los Primeros, avanzando por extensos pasillos y encontrando cámaras misteriosas de excepcional belleza. Tras deambular por un rato, ambas entran a una colorida habitación con un brillante suelo carmesí, así como paredes doradas adornadas con imponentes cascadas de agua cristalina.

—Este sitio pareciera no tener fin —comenta la rubia, intentando dar con un tema de conversación.

Desgraciadamente, sus esfuerzos por romper el hielo resultan en vano, pues Catra permanece en silencio mientras lidera el camino.

—¿Hasta cuándo piensas seguirme ignorando?

Silencio.

—Esto me parece muy inmaduro de tu parte... —agrega finalmente, comenzando a exasperarse.

Entonces, una idea divertida cruza por su mente.

—Bueno... ya que nadie me está escuchando, podría aprovechar para sacarme una confesión del pecho —manifiesta, sonriendo con un tono más relajado.

Las orejas de Catra se levantan al escuchar ese comentario, pero no dice nada al respecto.

—No se lo he contado a nadie, pero llevo muchos años interesada en alguien; quiero decir, muy interesada —añade, dando un juguetón énfasis al "muy" —. Se trata de una chica.

Aunque intenta mantenerse impasible, la felina comienza a aminorar el paso, cortando la distancia entre ambas.

—Ah... debo admitir que tiene un carácter difícil; pero, aunque eso genera rechazo en algunos, a mí su intensidad me parece adictiva, como si nunca pudiese tener suficiente de ella.

—Se escucha como alguien bastante genial... —termina por responder, deteniéndose frente a lo que parece ser otro callejón sin salida.

—¿Oh?, ¿me estabas escuchando? —interroga Adora al alcanzarle, fingiendo apenarse —. Supongo que mi secreto ha quedado al descubierto.

Apartando su rostro ruborizado, Catra aclara su voz y señala el obstáculo que tienen en frente.

—¿Qué hacemos ahora?

—No te preocupes —responde la rubia, con un tono más serio.

Esta se acerca al supuesto muro y reposa su mano sobre el frío metal.

—Ethernia.

Respondiendo a sus palabras, una puerta oculta se revela frente a ambas, dando paso a una habitación que se encuentra en completa penumbra.

—Si te da miedo la oscuridad, puedes sujetarme del brazo —comenta Adora al instante, volteando la mirada con una sonrisa galante.

Entrecerrando los ojos con molestia, Catra le golpea bruscamente el hombro con el propio y se adelanta hacia lo desconocido. Siguiéndole con una risilla traviesa, Adora empuña su espada y utiliza su gema rúnica para alumbrar sus alrededores; sin embargo, al hacerlo descubre que no hay nada para iluminar.

—Es como... si estuviéramos en la nada misma —comenta, apagando el brillo.

—Solamente podemos vernos entre nosotras —reafirma la felina, cada vez más agobiada por el lugar.

Esta se voltea con intenciones de regresar por donde vinieron, solo para descubrir que la puerta ha desaparecido.

—Lo que nos faltaba...

—Espera, me parece haber visto algo más —afirma Adora, distinguiendo una luminiscencia rojiza a la distancia.

Ambas avanzan con cautela para examinarla de cerca. A simple vista, parece una esfera de luz que flota sin ningún propósito en medio de la oscuridad; pero, esta les sorprende con un repentino destello de luz, forzándoles a cubrirse los ojos para protegerse del intenso resplandor. La misteriosa esfera aprovecha ese momento para escanear sus mentes, y para cuando las jóvenes hordianas consiguen abrir los ojos... se hayan inexplicablemente de regreso en la Zona del Terror.

—¿Será posible? —se pregunta Adora, paseando la mirada por un almacén repleto de maquinaria hordiana.

—No hay manera de que estemos ya en la Zona del Terror —responde Catra, recelando de la situación.

Aunque probablemente tenga razón, después de todo lo que han visto, ¿realmente sería inverosímil que la tecnología de los Primeros sea capaz de teletransportarles de un sitio a otro?

Factible o no, las ruinas continúan poniendo a prueba su percepción de la realidad cuando, en un inesperado giro de eventos, ambas quedan atrapadas en un momento... en un recuerdo. De un pronto a otro, las temibles Capitanas de la Fuerza se convierten en dos niñas cuya única preocupación es divertirse.

Se encuentran en el mismo almacén, Catra huye atemorizada de una pequeña pesquisa con Octavia, buscando consuelo en la única persona en quien pueda confiar, Adora. Al encontrarla, esta última se muestra disconforme con su actitud infantil, y le pide que le lleve con Octavia para disculparse; sin embargo, cuando finalmente la tiene a la vista, se da cuenta de que su corazón está con Catra.

—¡Oye, Octavia! —exclama, llamando su atención desde el piso inferior en el que se encuentra —. ¡Eres una tarada!

En ese instante, la berrinchuda mueca de Catra se transforma en un gesto risueño, y ambas escapan de Octavia tomadas de la mano, riendo alegremente por su inocente travesura... claro está, no pueden ser niñas por siempre.

Otro recuerdo, más reciente que el anterior, y más doloroso también. Adora y Catra entrenan en la Sala de Simulación, haciendo uso de sus, para aquel entonces, rústicas habilidades con el bastón; en determinado momento, Adora consigue tumbar a Catra en el suelo, y para recuperar la ventaja, esta última decide fingir que se ha lastimado.

—¿Estás bien? —pregunta Adora, acercándose con la guardia baja.

Sonriendo con picardía, la felina toma el bastón y ataca sus piernas, haciéndole caer de espaldas; seguidamente, se lanza con un segundo ataque con el que espera poder rematarle. Acorralada y en apuros, Adora es rescatada por Lonnie, quien ataca a Catra por la espalda; aunque la recién llegada resulta eliminada de la simulación, gana el tiempo suficiente para que Adora recupere su ventaja y se corone con el primer puesto, recibiendo ella los halagos del instructor.

Tras su derrota, Catra proyecta su frustración sobre Lonnie, reclamándole su intervención; y justo en ese momento, la mano de Adora se posa sobre su hombro.

—¡Oye! Estuviste increíble —reconoce la rubia, haciendo gala de un gran espíritu deportivo — ¿Te lastimé?

—No, estoy bien —responde la felina, disimulando su inconformidad —. Que suerte que te dejara ganar...

—Okay...

La sonrisa condescendiente de Adora no hace más que irritarle aún más.

—¡Es en serio! Si hubiera llegado primero, la gente esperaría que haga algunas cosas por aquí —argumenta entonces, cruzándose de brazos con una expresión arrogante —. Créeme, el segundo lugar es mejor.

—Sí... como quieras. Ven, vamos a relajarnos.

—En un minuto, te veo ahí.

Asintiendo, Adora se adelanta y alcanza al resto de aprendices, quienes le reciben entre halagos y alabanzas por su reciente demostración de habilidad. Catra da un solo vistazo a esa escena, antes de darse media vuelta y retirarse hacia los vestidores.

«¿Por qué siempre tiene que ser ella?», piensa junto a los casilleros, presionando sus puños con fuerza. Ardiendo en envidia, esta se retira su equipo de entrenamiento y se dirige al lavado, encontrándose con su triste reflejo en el espejo.

Con algunas lágrimas escurriéndosele por las mejillas, Catra apoya las manos sobre el lavado y se permite lo que pocas veces...

...mostrarse vulnerable. 

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora